Por: David Auris Villegas
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A Jorge Bergoglio le gustaba el mate, el fútbol y el tango. En su juventud tuvo que ganarse la vida: nada menos que como portero de una discoteca, aunque parezca una broma. Años después, ya siendo Papa, rompió el protocolo al casar en un avión a una pareja de chilenos, revolucionando así las viejas costumbres de la Iglesia católica.
Y pensar que todo comenzó en su adolescencia, cuando, con el corazón alborotado, le escribió a una chica: «Si no te casas conmigo, me haré cura». Aquella premonición terminó convirtiéndolo en un Papa global, que derribó los muros de la indiferencia y abrió un camino de la reconciliación, invitándonos a recorrerlo juntos como hermanos.
Francisco, sepultado el sábado 26 de abril bajo un sol radiante y ante una multitudinaria concurrencia, nos dejó un profundo vacío. Sin embargo, también nos hereda una gran tarea: más allá de admirar su legado como si fuera un cuadro de Miguel Ángel, necesitamos actuar colectivamente por un mundo mejor. Nos invitó a luchar todos por la paz del planeta, utilizando la herramienta de la negociación mediante un diálogo sincero y racional.
Sostuvo que el cristianismo es un estilo de vida basado en el amor al prójimo, la humildad, el perdón y el compartir. Para él, educar era un acto de amor, de vida y de esperanza, llevándolo a impulsar el Pacto Educativo Global centrado en la persona y convocó a las familias y al ecosistema educativo, con el fin de formar seres humanos conscientes, compasivos y justos. En esta misión destaca la red Scholas Occurrentes, que reúne a miles de escuelas en el mundo en favor de la fraternidad global.
Consciente de la situación de los marginados del sistema, promovió la economía del bien común y el cooperativismo. Además, exhortó a los empresarios a invertir sus capitales en beneficio de la humanidad. Asimismo, hizo un llamado urgente a cuidar nuestra casa común, la Tierra. Durante su visita a nuestro país, dejó una pregunta clave: “¿Qué le pasa al Perú, que cuando uno deja de ser presidente lo meten preso?”. Con ello, lanzó un firme llamado a luchar contra la corrupción que asola a nuestro continente.
Ahora que Francisco dejó la pelota en nuestro campo, ¿qué estamos esperando para jugar por un mundo más solidario y dialogante?
© David Auris Villegas. Escritor peruano, columnista pedagógico, profesor universitario y creador del ABDIVCPCE.