Hay quienes ven en las últimas movidas fujimoristas un cambio real, un nuevo norte, una nueva criatura que conserva los mismos apellidos; también hay de los que creemos que sólo se trata de una movida táctica, de un elemental juego de sobre vivencia y conveniencia; estas artes no son nuevas, nos han acompañado desde tiempos inmemoriales, tanto así que el autor de la frase “la política es el arte del engaño”, Nicolás Maquiavelo, al respecto dijo: “En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven.”
Un rompimiento real, no puede encontrar respuestas de una supuesta víctima y líder histórica como la de Martha Chávez: “Ayer visité al presidente Fujimori y me recordó que el objetivo estratégico fundamental y la responsabilidad del fujimorismo es lograr que Keiko sea presidenta del Perú”. He ahí la estrategia, el objetivo final, la razón que los une; no eres congresista, pero si ganamos tienes tal o cual ministerio, al final la chusma debe creer que el fujimorismo ha cambiado, que este fujimorismo no tiene nada que ver con el de los 90’, con el de las esterilizaciones forzadas, con el que acabó con los derechos laborares, con el que asesino estudiantes, como los de la Cantuta, o dirigentes como Pedro Huilca.
No hay que olvidar que el fujimorismo tiene máster en engaño (no shock), y doctorado en manipulación, (vírgenes que lloraban, programas de Laura Bozzo montados en el SIN; tampoco hay que ser ingenuos para creer que único que manipulaba en la década fujimostesinista era Montesinos, muchos de sus conspicuos aprendices están haciendo uso evidente de técnicas de mercadotecnia para vender la idea de un nuevo fujimorismo, convertirlo en un producto que no sea repelente con el ciudadano. Para el fujimorismo vender la imagen de una Keiko independiente de su padre, alejada de su vergonzante pasado, es fundamental; por eso que están creando la imagen de una candidata atractiva a los votantes, aunque se trate del mismo menjunje, amparados precisamente en lo que advirtió Maquiavelo, y lo citamos al inicio: “En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven.”
Constituye por tanto, el gran reto de todos, estar atentos, no quedarnos sólo en las formas, las poses, los maquillajes, necesitamos memoria histórica, dignidad y autoestima; si esa tres condiciones cultivaríamos, los de arriba estiviarán abajo, y no lo digo sólo por el orden de las encuestas.