En noviembre del año pasado, la selección peruana logró la tan ansiada clasificación a un mundial de fútbol, y luego de 36 años los que no tuvimos la oportunidad de ver a nuestra selección en un mundial, lo podremos hacer. Ello tiene un significado muy profundo en nuestra sociedad, además que la transforma en una comparsa de júbilo y buen estado de ánimo. El fútbol, además del enorme arraigo social que tiene, es una herramienta en extremo importante para el estado de ánimo colectivo. Como habrán podido notar muchos ciudadanos, hasta nuestra forma de vernos frente al mundo, nuestro orgullo nacional, los complejos de antaño se han evaporado por un momento, el peruano de a pie se siente en igualdad de condiciones que el argentino, brasilero, y eso hace que despierte nuestro patriotismo, ya el peruano no se siente menos, todo lo contrario, la moral está al tope, y ello naturalmente repercute en todos los campos de la nación, como por ejemplo en el ámbito social, cultural, económico y por supuesto deportivo. El peruano ya no es el patito feo, el que miraba con envidia y admiración a otros seleccionados, sino el capaz, el hábil, el que sí lo puede, además de haber dejado fuera de carrera a otras selecciones que no es el ánimo de este artículo recordar.
Ante este panorama revertido – para bien- tenemos también la incorporación en la bitácora socio-deportiva, la participación de un san martinense en nuestro seleccionado patrio, que con su buen juego, disciplina, dentro y fuera de las canchas, ha logrado hacerse de un nombre en esta élite futbolística y millones de peruanos y ciudadanos del mundo lo ven con buenos ojos, además que le auguran un buen futuro; pero más allá sólo de lo estrictamente deportivo o más aún de lo futbolístico, está el campo psico-social, pues nuestro crédito futbolístico, me refiero qué duda cabe a Miguel Trauco Saavedra, termina siendo un ejemplo a seguir, un ídolo, que nuestras actuales y nuevas generaciones admiran y quieren emularlo. Nuestros niños, adolescentes, jóvenes, sueñan también algún día llegar tan o más lejos que nuestro brillante Miguel, y debemos concentrarnos más en el futuro, en proporcionarles mejores herramientas para alcanzar ese sueño, y que no sea visto como un sueño, sino como una realidad constante; empezaremos en el distrito de la Banda de Shilcayo, donde se debe construir el primer centro de alto rendimiento futbolístico, y que sugiero debe llevar como nombre, en su memoria y reconocimiento al más exitoso futbolista que ha tenido nuestro distrito y el departamento de San Martín: Miguel Trauco Saavedra. Estoy seguro que así aportaremos una nueva era, más prominente a nuestra nación, que seguirá la senda de los triunfos, y no del conformismo y derrotismo. Veamos con esperanza y en acción el mañana. Siempre convencido que nos une más de lo que nos divide, me despido de ustedes.