El mejor fútbol que se jugó en Chazuta fue en los años cincuenta y setenta del siglo pasado. Los jugadores chazutinos de esa época podrían haber rivalizado con los mejores del mundo, pues desplegaron en las canchas gracejo y habilidad, pundonor y técnica. Y no es por nada, los dos equipos de fútbol más emblemáticos, como lo fueron el Club Sargento Lores y el Cultural Progreso, tenían sus propias canchas, cosa sin igual en el país, en donde se veía correr a esos jugadores cual olímpicos atenienses mientras la banda de música de los hermanos Villanueva Cenepo: quena, Leonardo, tambor, Francisco y bombo, Agustín, entonaban los temas de su repertorio musical, pero cuando tocaban el chimaiche, cuya letra decía “Lolo Fernández lleva la bola, poniendo en su canilla…”, los jugadores parecían tener alas y como si fueran un huracán parecían querer arrasar con todo.
Soy testigo casi singular de esas tardes domingueras, en donde un partido de fútbol era el espectáculo más esperado, cuando desde las chacras en el centro del monte venían los aficionados a ver esos titánicos duelos de esos dos equipos rivales sin igual, como si se tratara de un Alianza-U, un River Plate-Boca Juniors, un Flamengo-Fluminense, un Real Madrid-Barcelona, o un Unión Católica-Cali AFA, por citar a algunos cuadros históricos. Y es que la pasión por el fútbol es algo eterno y parte importante de nuestras vidas. Tanto, que se le atribuye a Jorge Valdano, la frase: “El fútbol es lo más importante de lo menos importante”.
Tal vez hacer un listado completo de los futbolistas chazutinos de antaño sería pesado e inoportuno para esta breve crónica; sin embargo, no quiero dejar de mencionar a Wahington Freitas Ayachi, Rodolfo Reátegui Villanueva, Francisco Villanueva Cenepo, Miguel Mori, entre otros, del Sargento Lores, como Darmon Yaicurima, Andrés Ishuiza, Víctor Reátegui Moreno, los hermanos Néstor y Octavio Quinteros Saavedra, Abelardo Mori, Walter Ayachi del Águila, Manuel Ríos Panaifo, Víctor Manuel Herrera Rodríguez, entre otros, del Cultural Progreso. Años después llegarían a pasear su calidad por las canchas chazutinas, Reninger García, Ricardo Mozombite, Jaime Mendoza, Víctor Ushiñahua, Juan Rubio López, trabajadores ellos del Estanco del Tabaco y que, en Tarapoto, eran figuras del Boys Tabacones, aquel glorioso equipo que auspiciaba el famoso ingeniero Manuel del Carpio y Carrión, alguna vez también autoridad municipal en Tarapoto. [Ya le dedicaremos una nota, si Walter Grundel lo auspicia].
Alguna vez escribí que Rodolfo Reátegui Villanueva, arquero del Sargento Lores, podría haber figurado entre los mejores del mundo de esos años, tal vez igualado por Gilmar (de los seleccionados brasileños, campeones del mundo en Suecia y Chile), Rodolfo Bazán, del Alianza Lima, y paro de mencionar. Porque Rodolfo Reátegui era realmente una figura y tenía tanta espectacularidad como eficacia y una plasticidad para volar y atrapar la pelota, y tanto, que para todos nosotros fue realmente un ídolo, y por ello afirmo que las autoridades chazutinas, tan mezquinos siempre, no han tenido inteligencia, corazón y altura para designar a ningún centro deportivo con el nombre de Rodolfo Reátegui Villanueva, o del mismo Washington Freitas Ayachi, quienes fueron ciudadanos emblemáticos en el campo del deporte.