
¿Es inevitable cambiar con el poder? Eso parecieran recordarnos nuestros políticos. Hay uno por ejemplo que se sube al transporte público, para llegar hasta el centro de la ciudad y así demuestra ser humilde (claro, cuando está cerca una campaña)… Pero hay cientos de personas que utilizan a diario ese transporte, el de los Ticos, y no por ello demuestran algo. ¿No es acaso demasiado pretencioso sentirse del pueblo con un solo gesto y sin una verdadera actitud?
Al mismo tiempo, hacen que el parlamento les pague pasajes para celebrar a su lideresa en algún punto del país, viajan con sus mujeres, oficiales o no, por el mundo entero con la plata del Congreso y no les cae ningún guante. Pero, también se suben al servicio público.
Ahora, se indignan dicen estos sinvergüenzas por los lujos de los que eran pobretones (como muestran en la fotografía que ponemos sobre el editorial en esta página, los medios de comunicación nacionales), pero ni siquiera investigan el por qué el paquidérmico Congreso de la República, a pesar de ser tan disfuncional, es la institución que más nos cuesta a los peruanos.
Suban o no suban al transporte público, no convencen, menos los que vienen, menos los que se van.



