Nunca pensé que le dirigiría unas palabras al ingeniero agrónomo Antonio Cuadros Basurco, ex funcionario de la Dirección Regional de Agricultura San Martín, quien acaba de fallecer y cuya pérdida lo sentimos quienes lo conocimos y disfrutamos de su alta calidad humana y su reconocida idoneidad profesional.
Iniciado en el sector agrario de San Martín, antes que se descentralizara el sector agrario en unidades regionales, con la dación del Decreto Ley N° 17533, durante el gobierno de Juan Velasco Alvarado, el ingeniero Antonio Cuadros Basurco, arequipeño de nacimiento, hace su presencia a inicios de los años sesenta cuando lo encontramos por la zona de Tingo María y Saposoa y no abandonaría nunca más esta región en donde llegó a formar una familia con la profesora Lucy Macedo Bartra, quien se convertiría en su indesmayable soporte cuando le sobrevino un mal del que no se recuperaría totalmente.
Conocí al ingeniero Antonio Cuadros Basurco cuando durante la gestión de Gonzalo Villavicencio Aguilar, presidente del Consejo Transitorio de Administración Regional, exCORDESAM y ahora Gobierno Regional de San Martín, ocupó el cargo de Secretario Técnico y fue designado miembro del primer directorio del entonces Fondo de Desarrollo Agrario –Fondeagro, conjuntamente con el ingeniero Manuel Augusto Lainez Guerrero, entre otros, de quienes guardo un grato recuerdo.
Egresado de la entonces Escuela Nacional de Agricultura, hoy Universidad Nacional Agraria de La Molina, dejó huella en la Dirección Regional de Agricultura San Martín, del que llegaría a ser su Director, donde siempre demostró su calidad humana, su sencillez y su capacidad estando siempre al día con las normas legales vinculados al sector agrario y por eso se le conocía como la Biblia legal del sector. Como persona, se caracterizó por su bonhomía pero siempre apegado a las normas; su actuación y desempeño le granjearon el respeto de toda la comunidad del sector agricultura.
Ponderado en sus juicios, con el ingeniero Cuadros solíamos compartir tertulias conjuntamente con los ingenieros Enrique García Pittman, ya fallecido, y el ingeniero Álvaro Toledo Góngora, a quienes se les conocía como los patriarcas de la Molina, por ser mayores de edad y por la riqueza de sus conocimientos y experiencias. Del ingeniero Cuadros siempre recordaremos esa ecuanimidad y don de gentes, que serán ejemplo de decencia, cualidades del que carecen que hoy en día muchos altos funcionarios, casi siempre desubicados y perdidos en los avatares de la gestión pública.
En una sociedad y en una época en que casi no solemos reconocer la valía de las personas, es importante valorar la actuación de personajes de las instituciones y por eso nuestro homenaje al ingeniero Antonio Cuadros Basurco, que fue esa persona auténtica y de quien siempre se le recuerda esa anécdota de insinuar el término de esas tertulias amicales y cerveceras cuando solía decir: “Dosh mahs y la cuenta”. ¡Descanse en paz, ingeniero Cuadros!