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domingo, junio 2, 2024
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Gobernantes de quinta categoría

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En algún lugar del planeta, donde hay riqueza arqueológica y natural a flor de piel, los pobladores tienen que destruir estos restos porque quizá sacia y empalaga tanta maravilla; donde los inteligentes bípedos desplumados tienen que destruir las riquezas naturales, porque como topos remueven los bosques vírgenes en busca de minerales que a nadie sirve, que solo usan algunos fanfarrones de ropajes acorazados, pero de almas vacías, carentes de sentimientos y de amor.

Hace alrededor de un quinquenio, la autoridad de éste país de las mil maravillas, túrgido de poder, dispone mediante decretos y leyes, cambiar los usos de los bosques naturales, porque al parecer ya había sostenido conversaciones con extractores de minerales, de petróleo, para brindarles facilidades legales y administrativas ¿Y las miles de comunidades asentadas en estos territorios distantes de la capital? Qué importa esta gente, que vive por vivir, que se comporta como el perro del hortelano que no come ni deja comer, que vive en tierra ociosa como ella; después, es gente de quinta categoría, que no piensa, que no razona, que es parásita de la sociedad.

Los asesores técnicos y legales abren sus ojos de estupefacción ante semejante aberración histórica social: ¿Pero, qué quiere hacer el gobierno? ¿Es que la verdadera locura antes anunciada está ahora evidenciándose? Las redes comunicaciones de las comunidades entran en actividad, así como los chasquis de los incas, socializándose en poco tiempo la ingrata noticia. Son las comunidades nativas, las que posesionan los pocos bosques sobrevivientes, que después de una serie de reuniones con acuerdos abortados, deciden obstaculizar el tránsito vehicular de una carretera, para ser escuchados, que las implementaciones de aquellos espurios instrumentos legales serán catastróficas para estos escasos bosques naturales. Luego de unos días de silencio, sin respuesta al pedido de la masa nativa, el gobierno, de nuevo unilateralmente, así como hizo sus leyes en cuatro paredes, dispone reprimir con balas y tanques. Es cuando, policías y nativos se enfrentan hasta matarse y herirse sin compasión y sin saber por qué.

Después de otro quinquenio, con otro gobernante, sucede similar episodio en otro lugar, por los mismos protagonistas de violencia y por la misma razón: La defensa del medio ambiente.

La gente del país de las mil maravillas está pensando seriamente en la elección de su próximo gobernante y se pregunta: ¿Quién es de quinta categoría: el pueblo o el gobernante? Si la gente está defendiendo sus recursos naturales, significa que es benévola, que tiene razonamiento encuadrado en la realidad, que es de primer nivel. Entonces, si se envía policías a disparar a gente sin armas, porque exige defensa del medio ambiente, que es una acción loable que interesa a todo el mundo, significa entonces que el gobernante maneja una ilógica humana. ¿Por qué no envía policías armados a enfrentarse a delincuentes armados? Mientras la policía dispara a gente desarmada por la lucha de una causa justa; los delincuentes armados hacen sus ilícitos robos y crímenes, también a gente desarmada, sin que nadie los objete ni diga nada. Entonces, la gente mayoritaria, que trabaja honestamente, que tributa, que produce, es atacada por la policía armada y por los delincuentes armados. Por estas razones, la gente dice que los gobernantes del país de las mil maravillas, son de quinta categoría, irracionales, carentes de visiones, con limitado recurso de diálogo. Es que no se puede dialogar en presencia de arma que mata. El diálogo fluye cuando se emplea el arma del amor, el arma del entendimiento, del raciocino. El gobernante que cree que todavía funciona el arma que mata, iría a vivir lejos del país de las mil maravillas, donde habita gente de su raza, gente de quinta categoría.

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