Esta canción sigue siendo el mismo cumbión. Las esperanzas de una gestión diferente se van diluyendo tan rápido con el ocaso de cada día. Es una institución del Estado, que como todas, se elogia de su centralismo. Luego de nutridos cambios de opiniones de los genios capitalinos, se hace la gestión de un crédito de un banco de desarrollo internacional, para financiar la ejecución de actividades irrelevantes para el país, pero de capital importancia para el equipo del más alto nivel ministerial. Entonces, con los recursos del Estado, se dispone en consultorías muy bien dirigidas, la elaboración de los instrumentos de gestión: el reglamento, el organigrama, el manual de organización de funciones, lo decretos. Mientras está en marcha la gestión crediticia, se disponen de recursos económicos, no muy austeros, para que el nuevo aparato estatal realice sus funciones ordinarias. Como se trata de una institución de nivel nacional, se contrata al mejor amigo que cumpla con los mínimos requisitos curriculares. Mientras tanto, los profesionales del mismo nivel curricular, que no son amigos del máximo representante, que no residen en la capital y que además quizzá, han apoyado con firmeza en la campaña presidencial, siguen esperando el sueño de los justos, la llamada que nunca llega y se cansaron de cantar, “pero no llama”, “pero no llama”.
Ha transcurrido un año, y el amigo director nacional está cumpliendo todas las indicaciones de los máximos genios del país. Bueno, llega el día esperado: La solicitud de crédito ha sido aprobada. Son doscientos millones de préstamo, que los ciudadanos de todo el país tendrán que pagar en toda su extensión. Es un monto que engrosa la deuda externa. Es una cantidad de dinero que será gastada por un puñado de hambrientos genios y que la población del país no la verá ni el silbido de una triste moneda que pasa por sus narices, porque la distribución y consumo se hará allá, en la lejana capital. “Pero, falta cumplir un requisito”, advierte alguien del grupo. “Cumplir con la recomendación del banco que financia, que el director nacional, quien administrará el dinero, cuente con la seguridad de estar en el cargo durante los cinco años que dura la ejecución del crédito”, aclara otro. “Entonces, hágase lo necesario para que tú, mi amigo director, sigas ocupando el cargo”, dispone el Ministro con leve sonrisa de contento.
Como pez en el agua, el director nacional se mueve, convoca a sus cercanos colaboradores y les plantea ejecutar la disposición del jefe. Un trabajador que viste canas, académico en leyes y con mucha experiencia en procesos administrativos, plantea cumplir estrictamente con las normas legales, es decir, “contratar los servicios de una consultora amiga, para armar el proceso en sus diferentes etapas. Este documento será refrendado y aprobado por el propio Ministro. Seguidamente, encargar a otra consultora amiga, la ejecución del concurso mismo. También con el visto bueno del Ministro. Entonces se convoca a concurso libre, a nivel nacional, y se cumple el cronograma ya establecido”.
Efectivamente, la convocatoria es abierta, por todos los medios de comunicación: periódicos, Facebook, radio, televisión. Se genera un correo electrónico para este concurso. La consultora funciona en la capital, a la perfección con quien la contrató, con su amigo el director nacional. La valla está conformada por dos requisitos: Estudios de maestría y experiencia profesional; pues, el director nacional cuenta con los mismos. Durante el proceso de convocatoria, llegan al correo más de treinta postulantes, un número alto que preocupa al director nacional.
Entonces, las secretarias de la institución, así como de la consultora, indagan vía internet, las informaciones personales y profesionales, de cada uno de los atrevidos postulantes.
Para variar, los postulantes que pasaron la valla del curriculum, son convocados a rendir el primer examen escrito en la capital, con preguntas detalladas de la institución y del presupuesto general. Las señoritas reciben las pruebas y se van a algún lugar a “evaluar”, por dos horas ¿Quiénes evalúan? De los veinticinco, solo diez pasan a la siguiente etapa. El psicólogo de la consultora “evalúa” y selecciona a tres. Entonces, la definición está en manos del propio Ministro, en la entrevista personal. Por supuesto, que dentro de los tres está el director nacional. Pero, en el pupitre del despacho ministerial, ya se encuentra la resolución firmada, dando como ganador del concurso al actual director nacional. A los “postulantes perdedores” de las tres etapas, se les da las gracias, una sensual sonrisa juvenil, un caramelo y una taza de café caliente. Los “postulantes perdedores” sacan su cuenta económica y han gastado quinientos soles los que se movilizaron vía terrestre y ochocientos soles los de vía aérea. “Estos son los grandes concursos laborales” del país, dice un postulante, moviendo la cabeza. “Esta canción sigue siendo el mismo cumbión, no ha cambiado nada, es más de lo mismo, donde campea la corrupción”.