Lenin Quevedo Bardález
Guzmán deja de ser un posible candidato para ser un candidato. Como nunca en la historia reciente, el Jurado Nacional de Elecciones se convierte en el propagandizador de una organización política que ha hecho gala en los últimos días de su informalidad, de no cumplir con la ley, de ser el vivazo que llega sabiendo que no ha comprado su entrada pero en la puerta tiene amigos que lo ayudan. Es el niño malcriado que hace su berrinche y le permiten pasar.
Pero en el camino, como pasa en países cuya población se cree los cuentos de buenas a primeras, se ha convertido en un luchador social. En un revolucionario estilo Ché Guevara, en un país de iconoclastas vacíos. Ah, pero si uno le escucha sabiendo escuchar, se da cuenta que este señor no solo no tiene nada de izquierdas, sino que pertenece a la ola de dinosaurios que nos gobiernan desde Belaúnde. Por ejemplo, no cree en la consulta previa que se armó después de los terribles sucesos del Baguazo. Lo dijo: no va la consulta previa, pero los pulpines esperanzados se sienten idealistas cuando posan a su lado.
A tal punto ha llegado la iconoclastia, que nadie se pregunta por las consecuencias de tener a un candidato que propugna que el TPP se aplique, aun cuando crezcan los precios de la medicina. Dice que va a poner controles severos para que no se permita la corrupción en las compras estatales y eso, aun cuando no tengamos más genéricos, nos va a salvar… Solo gente desinformada puede tragarse ese cuento.
Ojalá que cuando tengan que responder algo con respecto a sus mentiras o contradicciones, lo hagan con palabras ciertas. Ojalá que la derecha “idealista” que encabeza, se haga responsable cuando el país estalle ante la incapacidad de saldar las deudas sociales dejadas por Ollanta Humala.