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jueves, febrero 13, 2025
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Hay más ojos que hojas

columna

La magia de la naturaleza es envolvente, empieza como un murmullo primero y luego como el sentido de tu vida.

Yo empecé denunciando actos irregulares que algunos agresores del bosque cometían permanentemente, pero luego, se fue convirtiendo en mi razón, en mi obsesión, esa de conocer caminos nuevos, de sentir su particular viento y de descubrir lo que mis ojos llegaban a avistar.

Y así, mi alma fue encontrando su razón, la belleza iba ganando a la denuncia y pronto me convertí en un promotor de la naturaleza y del amor que le debemos.

Es más, diría que mi religión se encuentra en ese libro abierto que es el bosque, esa biblia que es la naturaleza, abierta de par en par para quien quiera sentirla.

Ayer por ejemplo, descubrí cómo humanos de buen corazón, ayudan a que la selva se sane a través de las abejas sin aguijón que cuidan para cultivar su miel.

Antes de ayer, cómo el río Shilcayo esconde en sus aguas a especies que uno no creería que existen si es que no observa con atención y guiándose por manos que saben escudriñarla.

Es que en la selva hay más ojos que hojas y ese descubrimiento deslumbra.

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