Por Willian Gallegos Arévalo
La campaña política presidencial de 1962 tenía en radio Tropical el medio de difusión de mayor alcance, que había comenzado a funcionar desde setiembre del año anterior con sus locutores estrellas José Vildoso Lack y Ricardo Mori Cavero. El primero, Vildoso, era manifiestamente partidario del Apra. El eslogan de la fórmula presidencial del Apra era: “Haya, Seoane, Arca Parró; García Vela, senador”; de Acción Popular: “Belaunde, Seoane y Polar, la fórmula que va a ganar”. Desconocemos las razones por las que, para las elecciones generales de 1963, Ernesto García Vela (Pucacaca) fue reemplazado por Emilio Ocampo Rojas (Moyobamba).
Un hecho, del que pocos recuerdan, fue el anuncio de la llegada a Tarapoto de Víctor Raúl Haya de la Torre, en mayo del 1963. Todos, sin excepción, querían conocer al líder que, en Lima, en el Campo de Marte, en 1962 habría congregado medio millón de personas, después de su regreso de Europa, aunque El Comercio diría que solo asistieron cuatro gatos. Radio Tropical llevó a toda la región el anuncio de la llegada del líder indoamericano. Juan Salazar Novoa, Guillermo Zambrano Venegas, Diomedes Pinchi Escudero, entre otros, movían la organización para un recibimiento que debería ser apoteósico. Yo mismo, sin ser aprista, estaba emocionado y en el pueblo aprista esperaban con ansiedad incontrolable la venida de Haya.
La víspera, desde todas partes del departamento, comenzaron a llegar oleadas de militantes, sin importar las dificultades de la época, pues no había carreteras. Los militantes más pudientes lo hacían por vía área, pues el avión, desde 1937, se había convertido en el medio de transporte fundamental y decisivo. Tarapoto, pues, era un hervidero de militantes apristas quienes, por fin, podrían ver en persona a Víctor Raúl Haya de la Torre, cuyo nombre tenía el poder mágico de convocar. En esta ciudad, pues, había una emoción sin límites y como si algo fuera a estallar de pronto.
Aquel domingo fue un día de ansiedad para todos. Mi desayuno de esa mañana en el internado del colegio, con su trozo de chicharrones, su yuca y café con leche, era asimismo tenso. Desde el interior del colegio parecía escucharse el caminar de los militantes que se dirigían a la plaza de Armas, donde a las ocho horas ya había gente escuchando sus radios portátiles para informarse del vuelo y, de ser así, enrumbar hacia el aeropuerto. Sin embargo, hasta las doce del día no había noticias sobre la llegada del líder aprista y es cuando los militantes se acercan a la oficina de la empresa Satco para recibir alguna información. A la una de la tarde, ya el desconcierto cundía entre todos. Había expresiones de desesperanza y de fatiga en muchos de esos rostros ansiosos. Una hora más tarde alguien informó que Víctor Raúl Haya de la Torre no llegaría a Tarapoto.
Se produjo el caos, la rabia, la impotencia y la frustración contenida. No hubo ninguna explicación de los líderes y organizadores del encuentro. Pese a todo esto, si bien la militancia en su mayoría siguió fiel al gran líder, muchísimos renunciaron públicamente y con mensajes que se leyeron en radio Tropical. (Comunicando Bosque y Cultura).