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martes, mayo 20, 2025
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El hombre que eres

detintaypapel

Es una entrevista estremecedora y está circulando en las redes sociales. Es una conversación de amigos. Ella narra algunos episodios difíciles de su vida y él también. El relata los sanos deseos que tiene para el futuro de su hermana y de su futura hija. Es una lista de requisitos mínimos de cualidades que reuniría el varón interesado en convertirse en virtual pareja de su hermana y de su futura hija: Hombre honesto, fiel, respetuoso, trabajador, cariñoso, responsable. Ella interrumpe con una pregunta simple: ¿Tú como varón, reúnes esos requisitos para con las mujeres de hoy? Ésta interrogante llegó a la frente libre del hombre como pedrada certera de David, que internamente le desplomó, mostrando palidez facial y sequedad en la faringe que le obligó reunir saliva para remojarla. ¿Tú eres ese hombre perfecto que deseas para tu hermana, para tu hija?

Vamos por partes. El caballero desea que su hermana se case con un varón que reúna esas mínimas cualidades, que por cierto son muy buenas. Empero, la hermana es una mujer, como es toda mujer. Y, toda mujer también anhela que su pareja reúna esas mismas cualidades. Quiero que mi hermana tenga como pareja a un hombre fiel. ¿Qué cara tengo de pedir esa característica si yo soy un don Juan que se acuesta con varias mujeres? ¿Amo a mi hermana? Si la amo, porque lleva mi sangre y crecimos juntos, en las buenas y en las adversidades, deseo lo mejor para ella. ¿Podría reclamar fidelidad a la pareja de mi hija, si ese mismo acto de infidelidad estoy cometiendo con otras mujeres?

Entonces, el hombre que eres, es el hombre análogo que será pareja de vuestra hermana y de vuestra hija. Si amo a ella, primero debo amarme yo mismo y actuar como quiero que sea su pareja, porque ese hombre para mi hija, ese soy yo para otra mujer. Por supuesto que no es fácil ¿Y quién ha dicho que actuar de buena manera es fácil?

Luego de la conversación, el hombre ha tomado la firme decisión de levantar cabeza, de transformarse y convertirse en el hombre análogo que desea para su hermana y para su futura hija. Cuando me case seré realmente fiel a mi esposa, porque desde ya la soy fiel, pues ya son ocho años que estoy en castidad. Seré el hombre más respetuoso, porque mis manos solo servirán para acariciarla y trabajar arduamente para sacar adelante a mi familia. Lo mismo será con mis hijos, desde ya los respeto, porque serán los tesoros que Dios me encarga para formarlos según sus Mandamientos. Algo similar ocurre con mi prójimo, así como quiero que toda la gente me trate, lo trataré, con todo el respeto del mundo, con toda calidez, con amabilidad, con alegría natural, con entrega. ¿Podría llamarse felicidad a ésta manera de vivir?

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