Ubicándolo entre los cuentos, enseñanza y los cuentos folklóricos, es en el Este y Oriente Medio donde encontramos a este singular personaje folklórico con raíces desde el Medioevo, cuyas características patentiza las grandes cualidades y a la vez los diversos defectos de la mente humana.
Mulá quiere decir Maestro: en ciertos casos es un iniciado, poseedor de profundas verdades y secretos místicos y misteriosos; así como en otros es el idiota absoluto que expresa en sus anécdotas las ridiculeces de la mente humana, cuyas historias más características hacen explotar de risa por su ingenio y humor; o llaman a la reflexión por la sabiduría que encierran.
De esta manera Nasrudín es, unas veces tonto y otras el sabio; cortesano o mendigo; juez o maestro, de manera que la sabiduría y humorismo que encierran sus historias, hacen de él un incomparable personaje de extracción folklórica y popular.
Los Sufis, antigua Escuela de Filosofía y enseñanza superior, quienes creen que la intuición espiritual-aguda punta del alma- es la única vía verdadera hacia el conocimiento, usan estas historias como ejercicios-entrenamiento psicológico- para transmitir, en forma un tanto velada y estratégica sus profundas y practicas enseñanzas. “Sus anécdotas – nos dice Idries Shah- ya sea por la sabiduría que expresan o se disfrute del humor que de ellas emanen, contienen un goce artístico permanente.” He aquí algunas muestras que lo ilustran.
LOS SUEÑOS Y EL TROZO DE PAN
Tres viajeros, el tercero Nasrudín, en una larga y agotadora travesía se hicieron compañeros, compartiendo los mismo placeres e infortunios, haciendo comunes todos sus recursos.
Después de muchos días, se dieron cuenta de que todo lo que tenían era un trozo de pan y un trago de agua en un cuero. Terminaron discutiendo para quién debería ser todo el alimento. Al no hacer progresos al respeto, trataron de dividir el pan y el agua. Aun así, no pudieron llegar a una conclusión.
Como ya anochecía, uno de ellos sugirió finalmente que deberían dormir. Cuando despertaran, aquél que hubiese tenido el sueño más notable, decidiría qué debería hacerse.
A la mañana siguiente, los tres se levantaron al salir el sol. “Este es mi sueño”, -dijo el primero. -“fui trasportado a lugares indescriptibles; tan maravillosos y serenos eran. Me encontré con un hombre sabio que me dijo: “Tú mereces el alimento ya que tu vida pasada y futura es meritoria y merecedora de admiración”
“Que extraño! – dijo el segundo hombre-, ya que en mi sueño realmente vi todo mi pasado y futuro. En mi futuro, vi un hombre de gran conocimiento que dijo: Tú mereces el pan más que tus amigos, pues eres más erudito y paciente. Debes alimentarte bien, ya que estas destinado a conducir a los hombres”.
Nasrudín dijo: “En mi sueño nada vi, nada oí, nada dije, sentí una apremiante presencia, que me forzó a levantarme, buscar el pan y el agua e ingerirlos en ese mismo momento, y eso es lo que hice”.
LOS PRESAGIOS
El rey estaba de mal humor. Al salir del palacio para ir a casa vio a Nasrudín.
– Es mal presagio ver un Mulá cuando se va de cacería – grito a sus guardias-
¡No dejen que me mire, azótenlo para que se aleje del camino!
Así lo hicieron, pero, según parece, la cacería fue un éxito.
El rey mando a buscar a Nasrudín.
– Estoy muy apenado, Mulá. Pensé que tú eras un mal presagio. Pero se ve que no lo fuiste.
– ¡Usted pensó que yo era un mal presagio! – dijo Nasrudín-.
Usted me mira a mí y cobra un buen botín. Yo lo miro a usted y me azotan
¿Quién es un mal presagio para quién?
El VALOR DEL PASADO ANCESTRAL
Nasrudín fue enviado por el rey a investigar sobre la sabiduría de las diferentes clases de maestros místicos orientales. Todos le contaron historias de los milagros y dichos de los fundadores y grandes maestros de sus escuelas, muertos hacía tiempo.
A su regreso presentó un informe que soló contenía la palabra “Zanahorias”.
El Rey hizo que se le llamara para que diera una explicación. Nasrudín, dijo:
– La mejor parte está enterrada. Por lo verde, pocos saben – excepto el campesino – que hay anaranjado bajo la tierra. Si no se trabaja, se perderá. Hay una gran cantidad de burros asociados con ella.
EL TURBANTE
Apareció Nasrudín en la corte con un magnifico turbante, Sabia que el Rey lo admiraría y podía vendérselo.
-“Mil piezas de oro, Majestad” –Un Visir le murmuró al Monarca.
-“solo un tonto pagaría tanto por un turbante”-
-“Ah, su Majestad lo pagué porque sabía que solamente existe un Rey en el mundo que compraría una cosa como ésta”
El rey ordenó pagarlas, satisfecho por el cumplido.
-Ud. puede saber el valor de los turbantes – dijo el Mulá al Visir – pero yo conozco las debilidades de los Reyes.