La complicidad de la violencia contra la mujer, está en la familia.
Los feminicidios no se detienen y lo más grave es que se están produciendo con más crueldad, uno tras otro, día tras día. Cerramos el 2019 el año con la escalofriante cifra de 163 casos.
Desde el Diario Voces y la Revista El Tarapotino, hemos fijado nuestra posición en contra del maltrato y violencia contra la mujer en todas sus manifestaciones; por ello desde mañana iniciamos una campaña de ilustración para nuestros lectores en alianza con el Programa Nacional Contra la Violencia Familiar y Sexual -Centro de Emergencia de la Mujer- Del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables.
¿Qué hacemos para detener este flagelo? El planteamiento nos involucra a todos. No es una tarea que simplemente podemos delegar a otros. No basta la acción de un solo sector. Se requiere un cambio de cultura, crear una nueva ciudadanía y hacer un trabajo multidisciplinario en el que estén involucrados los sectores Educación, de la Mujer, Salud, Interior y la Policía, Ministerio Público y Poder Judicial, Defensoría del Pueblo, municipios, gobiernos regionales y los medios de comunicación.
Para quienes aún se resisten a aceptar la realidad de que en el Perú la sociedad es machista y de que los casos de violencia contra la mujer no son casos aislados, estos crímenes deben hacerlos recapacitar para que apoyen las políticas que tienen el objetivo de hacer visibles los abusos y delitos, así como erradicar las creencias y estereotipos que refuerzan el ver a las mujeres como propiedades, como objetos sin autonomía o capacidad de decisión, cuyas vidas toman de las maneras más violentas. Debe haber un consenso en la tolerancia cero a la violencia de género y aquí nuestros políticos tienen un papel fundamental para desterrar el machismo.
La indiferencia también es violencia.
Por ello, es necesario trabajar en todos los niveles de la familia y la sociedad para reducir la violencia contra la mujer. Poner fin a la cultura del silencio, que se traduce en indiferencia, que no permite visibilizar las agresiones contra las mujeres que se dan en el espacio público y en el privado. Dejar de hacer, es también dañar, porque se está suprimiendo una acción que puede contribuir a la prevención, ahí donde es necesario actuar. “La indiferencia también es violencia”, debe de ser el lema para promover el compromiso de la sociedad en la lucha contra toda forma de violencia hacia las mujeres; decirle a la sociedad que, con su compromiso, sí es posible poner fin a la violencia. Toma tiempo desarmar esa cultura, reflexionar al respecto y adquirir nuevas creencias y comportamientos que vayan en sentido contrario a la violencia.