Ya hay alcaldes y regidores electos. También hay gobernadores y consejeros regionales electos. ¿Qué supone usted como poblador de a pie que están haciendo las autoridades elegidas? La mayoría de la población se imagina que las autoridades electas están elaborando el plan de trabajo para su gobierno local o regional. ¿Qué porcentaje de las autoridades electas cree usted que está elaborando su plan?, es la pregunta de un dirigente comunal en una asamblea. Aunque resulte increíble, la amplia mayoría de la población no cree. Las opiniones son diversas: “Estarán sacando cuenta sobre la deuda que les ha dejado la campaña” “Estarán celebrando por el triunfo” “Estarán repartiendo los puestos de trabajo” “Estarán concertando con los salientes para que no les enjuicien” En fin, un entrante invita al saliente a una reunión de “trabajo” en su local partidario, para que explique sobre la gestión municipal. Bueno, las preguntas eran bastante abundantes, siempre tendientes a sacar gestos, frases u oraciones que incriminen al saliente, pero, de todas maneras la reunión seguía con preguntas y absoluciones, cuando de pronto, se apaga un aparato escondido detrás de unos cuadernos, era la grabadora camuflada que la autoridad entrante había colocado allí de manera maliciosa, quizá para enjuiciar al que está dejando el cargo. Fue un acto reprochable, que pinta de cuerpo entero la actitud de una mala autoridad, que ingresa a una gestión con mala fe.
Ahora todo es risa, alegría, fotos por aquí, fotos por allá. Aunque ya no hay respuestas a los mensajes en las redes sociales de parte de las autoridades electas, un comportamiento totalmente lejos de los besitos, sonrisitas y rápidas respuestas de hace un mes de cuando era candidato. Ahora los teléfonos timbran y no hay respuestas. Hay conferencias y charlas de enseñanza. Esas sonrisas de hoy deben reservarse y ser mostradas dentro de cuatro años, cuando se exprese la alegría de un verdadero deber cumplido. Las sonrisas serán mejor y de mayor peso dentro de cuatro años, porque los pueblos impulsarán esas alegrías de las obras realizadas en sus comunidades.
Cuando alguien pregunta al recién elegido sobre la necesidad de un plan estratégico para su gobierno, la respuesta es más que inmediata, en el sentido, que ya sabe qué obras va realizar en los cuatro años de gestión y no necesita de un plan, que ese lo tiene en su cabeza. Va hacer algunas trochas carrozables, tantas calles pavimentadas, equis veredas, un pontón, dos lozas deportivas, etc. Ya que el electo no quiere escuchar ninguna pregunta, entonces se pregunta a la comunidad: ¿Usted como poblador está de acuerdo con las posibles obras que plantea la autoridad electa? La amplia mayoría da como respuesta de manera negativa. Allí está la amplia disyuntiva, que si así comenzamos, pretendiendo pensar por los demás, tomando decisiones unilaterales sin considerar la opinión de la población, entonces, de nuevo se asegura el rotundo fracaso de otra gestión edil o regional.
El inicio de una buena gestión es comenzar con la planificación de un gobierno de cuatro años. Esa planificación consiste en recibir las opiniones de las poblaciones sobre los planteamientos de desarrollo. Estas ideas son procesadas y convertidas en un plan estratégico, que estará conformado por equis proyectos transversales, que involucran a la amplia mayoría de la población. El plan no sale de las “geniales” ideas de la autoridad electa. Sus ideas “geniales” se colocan en el mismo saco de las de los demás pobladores. El hecho de ser elegida una persona como autoridad no le da derecho de ser dueño de la verdad, allí radica el inicio de una mala gestión. Claro que es más fácil y barato ejecutar las ideas de unas pocas personas o de un individuo, pero no es democrático ni mejor. La población debe participar en todas las instancias de gobierno, desde la idea, el plan, los proyectos, las ejecuciones, supervisiones y evaluaciones. No es fácil hacer participar a más personas en todo este proceso democrático. La autoridad debe ser consciente que en el pueblo es un mortal más, que no es más ni menos que nadie, que tiene el deber de cumplir obligaciones administrativas de los recursos de la comunidad. Los recursos no son de un grupo de personas, y de ninguna persona en particular, los recursos son de todos los pobladores. La autoridad tiene la imperiosa obligación de mantener informada a la comunidad de todos los detalles de la administración y gestiones. Más que pensar en que es dueño de la razón y que es más que todos, debe pisar tierra y meditar que es un empleado para administrar los recursos del pueblo, al cual debe rendir cuentas de manera obligatoria. La autoridad debe saber que trabajar para el pueblo, significa trabajar casi las 24 horas del día y no solo en el “despacho” sino en todas partes, principalmente donde el pueblo necesita. Entonces, el inicio del trabajo es con la elaboración de un auténtico plan estratégico.