En la oficina, en una reunión y asumiendo roles, decir “sí” sin ninguna objeción, es lo que a ellos les encanta. Si eres atractiva, eres el punto en blanco para satisfacer sus más bajas pasiones. Si te rebelas a sus deseos, te conviertes en su fiera indomable.
Si eres inteligente y escalas profesionalmente, sólo lo pudiste conseguir teniendo sexo con el jefe. Si no te dejas humillar en el trabajo y reclamas tus derechos, simplemente eres una problemática. Si tienes las ganas de sobresalir y aprender, no puedes porque eres chibola y te falta experiencia. Si eres mujer y te pones falda en el trabajo, más de uno intentará seducirte, porque la presa es más fácil si es mujer.
Nos llenamos la boca diciendo que la igualdad de género en el plano laboral ya no existe, que hay más mujeres teniendo puestos que antes eran exclusivos para los hombres, sin embargo a diario vivimos un calvario, un calvario que pocas saben combatirlo hasta lograr respeto.
Si eres guapa, algunos te querrán tener como el florero de la oficina, como la dulce señorita que se queda callada y se dedica solo a decir sí y nunca refutar las decisiones de ellos. Si eres mujer, eres la secretaria, a menudo te pueden confundir. Durante muchos años era al único puesto de trabajo al que una mujer podía aspirar, pero las cosas han cambiado ¡menos mal!, aunque en la realidad a pesar de que sepan que no eres la secretaria, te seguirán pidiendo cafés.
Lo que opines no cuenta, en una reunión no te escuchan o no te prestan atención, puedes llegar a ser invisible, y para variar tu compañero de al lado, hombre (para variar), presenta tu misma idea y recibe todo tipo de halagos y felicitaciones. ¡Qué tales huevos!
“Si estás de mal humor, seguro que tienes las regla”. Si da la casualidad tienes un mal día y estás más alterada de lo normal, probablemente sólo sea porque estás en tus días especiales.
Yo, tengo los ovarios enormes, capaces de soportar cualquier actitud machista. Hablo sin leer y mis neuronas funcionan a la perfección, además me pinto los labios de carmín y me pongo tacones, no me importa sudar y que se corra el maquillaje y mi mejor arma no es el soborno, sino mi sonrisa.
Soy peleonera y si tengo que entrar a un ring box para pelear con el poder, lo hago mirándolo a los ojos, hasta ganar la batalla. Les jode que entienda lo que digo y lo que hago, que haga lo que dicen mis principios y que lo diga sin miedo. Tengo complejo de guerrillera y se les jode, no temo equivocarme y tengo respuesta para todo.
No tengo sombra de duda, lloro bastante y río el doble, no extraño al amor cuando trabajo y me quemo como soldado mientras que ellos están bajo el árbol con una gorrita y su botella de agua de marca.
Milito ser mujer, me gusta el negro, el banco, el estampado y la bandera gay de arcoíris. No me escondo en el poder de nadie y me encanta que el éxito esté cerca, aunque a algunos eso les queme como si se encontrarán en el mismísimo infierno.
Yo reto y te reto, pongo orden y pido respeto, estoy en todas y no me asusta hablar de igualdad. No muestro miedo y no entro en ningún casillero, entro en la oficina completa.
Esta es la realidad, si eres joven, no importa lo inteligente y lista que seas, siempre serás la “chibola sin experiencia”, y ¿cómo se gana la experiencia sino es con oportunidades de desarrollo? Dicen que soy chibola (gracias por el cumplido, pero ya estoy por llegar a la base 3) y estoy ganando experiencia y puedo ser más capaz que aquel hombre que se está apolillando en su escritorio, por conformismo o porque no existen más aspiraciones para él.
Si me pisotean, yo pisoteo el doble. Si me humillan, mi escena puede ser mejor que actriz con el Oscar en la mano. Me encanta decir las verdades directas y sin pelos en la lengua.
Con el amigo, a veces con el compañero de trabajo, pero con el jefe es más rico, porque si el jefe te intenta humillar, ponerlo en su sitio al condenado, siempre será un placer casi sexual…