Si es que no queremos hablar del pasado de Keiko Fujimori. Si es que opinamos en quedarnos en el presente. Si es que le hacemos caso a los chicos de naranja, ¿qué queda? Desnuda, una de las políticas más mediocres que ha dado a luz nuestra mediocre clase política. ¿En qué trabaja? ¿La sufre? ¿Realmente merece ser nuestra presidenta?. Son preguntas que saltarían a la inmediata vista. Si Keiko Fujimori quisiera ser presidenta hoy por hoy, algo así como un Julio Guzmán o una Verónica Mendoza, no alcanzaría ni siquiera al 2%.Ella es una esclava de su pasado, sin él es apenas una sombra en el presente.
Por eso, les pido a los señores de la K, que no sean hipócritas: están orgullosos de don Alberto, justifican la matanza de Barrios Altos y creen que Fujimori y Montesinos idearon la captura de Abimael Guzmán (a poco que ni sabían, como dicen por ahí los policías involucrados, que incluso acusan a esa pareja presidencial de haber negado la posibilidad de la captura de la “cuarta espada de la revolución” en otro momento).
El increíble argumento que apela a hacernos creer que gracias a Fujimori tenemos internet o un celular, ya es el colmo. Ni más ni menos un insulto. Poco más y nos dicen que sin Fujimori, el Perú regresaba a los dinosaurios.
Lo que debe preocuparnos es que gracias al fujimorismo y al alanismo tenemos gente que es capaz de admitir un razonamiento tan procaz.
No todo fue malo, se le agradece el habernos insertado nuevamente en la economía mundial, posibilidad que Alan García Pérez dinamitó durante su lamentable primer gobierno. También el lograr un retroceso en las organizaciones subversivas que azotaban nuestro país y San Martín como una de sus regiones predilectas.
Pero hasta el peor sujeto hace cosas buenas. Gadaffi era señalado como un gobernante modelo, con los mejores índices de educación y salud del África, pero también mataba y mandaba a matar mucho. Financiaba organizaciones terroristas: si querías explotar en algún supermercado, podías pedirle dinero.
Como Fujimori con las FARC, organización narcoterrorista de Colombia, a quienes ayudó sirviendo de intermediario para la compra de armas. Las armas que matan a niños y mujeres, campesinos la mayoría, ajenos a los grandes negocios.
De grandes negocios sabe Fujimori, que vendió todas las empresas estatales a precio huevo, lo que fue denunciado como delito financiero por Javier Diez Canseco. Y así, vendiendo el país, se hizo escuelas sin profesores, postas sin médicos, ni medicina. Y cosas por el estilo.
Pero hay algunos que consideran a ese populismo cínico, como una labor técnica.
Ni hablar de su postulación al senado japonés sin siquiera guardar un luto prudente tras haber renunciado a la presidencia de otro país. Como las denuncias de Susana sobre las torturas en su contra… Ese es el pasado de doña Keiko, que debe asumir de una vez y no seguir con ambigüedades.