La decisión política del aún presidente de la República nos ha desubicado. El indulto a Fujimori, que era una situación previsible por la manera cómo Kuczynski ha entendido la política peruana, es solamente el desenlace de una crónica anunciada que todos podríamos haber intuido que llegaría a ocurrir. Y ocurrió realmente. Pero, también, debería ser parte de ponernos a entender la conducta de un hombre en relación a su valoración de nosotros, peruanos sí, de espíritu y arraigo.
¿Nos ha subvalorado el aún presidente Pedro Pablo Kuczynski, un hombre que, solamente en un país de ciudadanos confundidos, pudo llegar a la presidencia? Porque los antecedentes del viejito jocoso y saltarín nunca estuvieron a la altura para llegar a palacio sino para ser inquilino de algún penal, como le acreditan sus tantos sinuosos caminos que ha recorrido desde que fuera funcionario del Banco Central de Reserva, en el primer gobierno de Fernando Belaunde.
La decisión que ha tomado Kuczynski, más que una decisión de un político casi idiotizado –creo que eso es PPK- es una felonía, además de ser un acto que dice que la opinión de sus electores y de quienes, aunque asqueados de él, han votado por su permanencia en el cargo, le importa un comino. Pues PPK es producto de una coyuntura; del Perú de estas últimas décadas.
Kuczynski ha llevado a la política peruana al nivel de la comedia permanente. Con él, el escenario político continúa siendo ese teatro con los arlequines terminando de gobernantes. Ocurre lo contrario de las cortes medievales, en donde los reyes tenían sus bufones para alegrar sus días de tribulaciones. La gran comedia peruana ha sido elevada a un nivel estelar por PPK, con un político que pretendía pasar “personificando al gringo viejo, hueverto y buena gente que resuelve apremios recurriendo a su indiferencia al sentido del ridículo”, como escribe Jaime Bedoya en el suplemento El Dominical, el domingo pasado. [Diario El Comercio, 24.12.2017].
Se ha producido, entonces, el escenario para el gran debate nacional en donde los psicólogos, los sociólogos, los psiquiatras, los políticos, los opinólogos, expondrán sus mejores interpretaciones, que logre explicar las entrañas profundas de los ciudadanos de un país que ha tenido siempre el acierto de elegir a sus propios verdugos: esta democracia que, como sistema político, elige a sus propios delincuentes, citando a Doug Larson.
¿Cuál es el destino que le espera al “popular” PPK? Si la todavía oposición sigue en su empeño y ser coherente, PPK tiene que ser el próximo inquilino del fundo Barbadillo, porque las pruebas que han esgrimido contra él son realmente más contundentes y que solo la coyuntura política hicieron que lo defendieran los grupos democráticos. Pero PPK ha terminado ahora teniendo una mayoría congresal a su favor, que es realmente gracioso. Kuczynski no es ese cerebro de chorlito que nos vendió en la campaña política, sino un grandísimo pendejerete, que siempre nos hizo de ´huevertos´. ¿Me equivoco?