En las redes sociales –esas que se han convertido en el púlpito de confesiones descarnadas y obscenas-, circulan con ganas de hacerse virales mensajes llamando a la rebeldía del voto.
Es decir, a viciar o votar en blanco en la segunda vuelta como acto de desprecio a los candidatos que aún tienen opción a ser el próximo presidente del Perú; y, también, como fórmula legal para obligar a una nueva elección.
Expertos en normas electorales como Fernando Tuesta, aseguran que eso de forzar una elección por esa vía es casi una quimera. Primero porque si se apela al artículo 184 de la Constitución, el porcentaje de votación anulada deberá ser de 66% de los votos emitidos y eso, según datos históricos, no se ha logrado ni con el rechazo visceral a Fujimori en el 2000, que llegó al récord de 31,1%.
Si ocurriera el ‘milagro’ de alcanzar los dos tercios de votos nulos o en blanco, sí podría anularse la elección; pero se reiniciaría con los mismos dos candidatos de segunda vuelta; no se establece una nueva elección. En conclusión, volvemos al mismo punto, una norma engañosa que no dará resultado. ¿Qué queda? Evaluar y votar con el corazón en la mano.
Por José Neyra Moncada