Columna: Escenario político.
Nombre: Carlos Job
Correo: [email protected]
Analista Político.
Esta es la historia de Rosa López, alguno pudiera llamarla Rosita, pero a todas luces nos cuenta, marchita y pálida por instantes, las amenazas que siente de vivir en una sociedad que debería garantizar la seguridad.
Le comento, a manera de iniciar la conversación – mientras agarro una tasa de upe – que siempre escuché el viejo refrán “A una mujer no se le toca ni con el pétalo de una rosa”.
Se muerde los dientes, mientras dibuja una mueca de medio labio para sentenciar que “En estos tiempos te matan por 600 soles, te mata el que juró alguna vez amarte, te matan cuando sales – con tus pequeños 4 años – a jugar en el vecindario”
“¿Dónde estamos Job?” finaliza y es donde doy con el título del presente y narrativo artículo y – me dije y se lo dije – escribiré sobre “La Inseguridad de una Rosa” en clara atención al drama y nombre de Rosita.
La señorita López, me cuenta que vive consternada por los últimos hechos ocurridos en la región San Martín “Salir a la calle hoy se vuelve muy peligroso y se me salen las lágrimas por solo intentar saber cuáles habrían sido los deseos finales o los últimos pensamientos de aquellas mujeres que hoy no están sin vida o que viven conectadas a un enchufe de un respirador mecánico”, un suspiro insufrible y un par de lagrimitas salen de su rosto y añade “Pudiera a ver sido yo, mi mamá, ya no sé”.
Rosita entiende que la inseguridad no sabe de géneros, no entiende de gustos o colores, pero llego a sentir esa carga emocional que la invade toda de claro impacto por el contexto que han estado viviendo nuestros pueblos durante los últimos días.
Es ahora mi momento de trasmitirle una esperanza de futuro mientras le comento que las autoridades deben de hacer su labor con un problema tan complejo. Me parece muy bien que se esté instalando el Coreseg, Coproseg y Codiseg en toda la región.
Pero me tomo unos minutos más para detallar que todas estas autoridades deben marcar las acciones en tres momentos: La primera es la prevención, se sabe dónde están los focos del delito, se tiene detalle de los tipos y cantidad de delitos que suceden en las ciudades. En esta etapa se necesita de educación, salud y empleo para la gente. Necesitamos más parques, canchas deportivas y espacios culturales.
La segunda es la capacidad de respuesta ante un delito, en el campo o la cuidad, involucrando a las rondas, agentes privados de seguridad, patrullaje integrado, serenazgo con capacidad de intervención, cámaras de video vigilancia, drones y demás para lograr capturar a los delincuentes en flagrancia.
Y finalmente, la etapa post delito donde se pueden encontrar la ejecución de penas efectivas en las instituciones correspondientes y además el acompañamiento sicológico a las víctimas. Es donde volvemos a esta sensación de un bucle, retornamos al primer proceso con la finalidad de poder contar con mejores y mayores oportunidades, servicios de educación y salud de calidad. Entonces, estamos ante múltiples y variadas intervenciones de diferentes instituciones de manera holística para tomar el toro por las astas de la inseguridad ciudadana.
Le digo a Rosita que debemos agradecer a Dios por la vida y la oportunidad de poder, con su historia y la narrativa del artículo, desarrollar una corriente de opinión que beneficie el desarrollo de nuestra sociedad.
Espero de todo corazón algún día poder escribir en sentido contrario y desde ya poner el título del artículo como “La Seguridad de Rosita” y ella termina esta tarde dibujando una sonrisa