Por William Gallegos

 Es realmente espeluznante lo que viene ocurriendo con los políticos peruanos, como son esos desmadres que están ocurriendo con algunos gobiernos regionales, cuando en uno de ellos –según los medios- se habrían organizado una red criminal y donde ya ocurrieron sonados asesinatos, y cuando en otros ocurren latrocinios y festines de todo tipo…. ¿Supuestamente amparados en la impunidad? Y siempre terminamos preguntándonos: ¿habrá castigo para los autores intelectuales y para los ejecutores de esos crímenes? ¿Por qué se llegan a esas situaciones? ¿Por la permisividad y la tolerancia extremas?

 Robert Greene parece querer demostrarnos en su conocido libro “Poder” que ningún político es honesto. Nos relata el caso de Franklin Delano Roosevelt, cuando éste da instrucciones non sanctas, aparentemente impensables en él. Aquí viene nuevamente otra cita clásica que es una de mis caseritas en mis artículos, y que se le atribuye a Bertolt Brecht: “Nadie absolutamente honesto podría seguir viviendo”.  Nadie es honesto de manera absoluta, tanto que al mismo Jesús se le acusa de promotor de una borrachera –alguien escribió esto alguna vez- y permitió una juerga de padre y señor mío cuando fue invitado a las Bodas de Canaán, donde hizo el milagro de convertir el agua en vino.

 Seguimos preguntándonos: ¿cuantos sonados casos de escándalos que se dan en el chiquero,…., perdón,… en el Congreso, terminan en desafueros? ¿No es acaso, el establo,…. perdón nuevamente,…., el Congreso, el escenario donde se cocinan los latrocinios, se exculpan a los bribones y se promueve la ingobernabilidad del país, las grandes transnacionales encuentran sus defensores, los “padrastros” de la Patria cuidan y velan sus intereses con la mayor desvergüenza? Ellos promueven la no reelección de presidentes regionales y alcaldes, y con la concha más grande no se incluyen en la lista.

Esa es, pues, la que se conoce como “la clase política”, ´clase´ en donde se mezclan políticos correctos con otros personajes bribones quienes a su deshonestidad e incoherencias superlativas las llaman “sutilizas” de interpretación, como es la escuela de ese odioso congresista pelao de barbita mefistofélica y antipático,  quien es utilizado para esas defensas de posiciones indefendibles, por su proverbial deshonor, desvergüenza y su poca o ninguna autoestima.