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viernes, enero 24, 2025
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La lucha de 21 lideresas de comunidades para proteger los derechos de las niñas, adolescentes y mujeres

Sobre Ley contra el Matrimonio infantil en el Perú

Congresistas mujeres decían: ‘Para qué nos vamos a meter con los indígenas. Ellos están felices como están, no nos metamos en su cultura y en sus costumbres. Dejemos que vivan así’.

Los congresistas hombres, decían: “Pero si tu pareja tiene dinero y patrimonios, piénsenlo. Es más seguro tener una casa”

Desde emprendedoras hasta docentes, estas activistas se han dedicado a impulsar el empoderamiento de la mujer en diferentes regiones del Perú y fue su apoyo firme el que contribuyó en alcanzar este hito a favor de la población femenina en todo el territorio nacional.

El 2 de noviembre del 2023, con dos lamentables abstenciones, fue aprobado en el Congreso de la República la Ley contra el Matrimonio Infantil, iniciativa de la parlamentaria Flor Pablo que significó un hito en nuestro país a favor de los derechos de las niñas, adolescentes y mujeres. Sin embargo, además de ello, este procedimiento permitió dar un claro ejemplo de cómo debe funcionar la democracia en el Perú: desde el tan criticado y rechazado Parlamento hasta la sociedad civil.

Y es, precisamente, dentro de este último grupo que destaca la labor de las 21 lideresas de diferentes comunidades del país, quienes en una actitud digna de ser reconocida pusieron sus asuntos en pausa y dieron prioridad a impulsar la iniciativa legislativa a favor de las infancias en todos los puntos del territorio nacional.

Ibis, la lideresa que desafió a toda una comunidad

En la comunidad Tupac Amaru, distrito de Chazuta, región San Martín, el nombre de Ibis García Apagüeño es sinónimo de lucha y rebeldía. Ella creció en este lugar con la consigna de que había que romper el status quo y desde los diferentes espacios que ocupa, ya sea como parte del colectivo Asociación de Mujeres Sinchi Warmi Cuna o como dirigente de la Coordinadora de Desarrollo y Defensa de los Pueblos Indígenas de la región San Martín (Codepisam), ha intentado siempre promover el empoderamiento de las niñas, adolescentes y mujeres.

Sin embargo, este no ha sido un camino fácil: a sus 38 años, la lideresa tiene un emprendimiento de cacao al que debe invertir tiempo y muchas ganas, además de su propia familia por la que velar. Por ello, el respaldo de sus dos hijos y de su pareja ha sido clave para continuar, pero no fue fácil llegar a dicho punto. “Todos tuvimos dificultades, pero yo creo que es parte del proceso y del aprendizaje”, reflexiona.

Organizar a la población femenina de la comunidad Tupac Amaru se convirtió en una labor a tiempo completo. Para Ibis, prestar atención a las voces de las mujeres indígenas y de zonas rurales es necesario si se desea implementar leyes que realmente respondan a las necesidades de la población de San Martín y de otras regiones.

“Había mucha violencia, mucho machismo. Entonces, cuando entré a ocupar el cargo de secretaría de la Juventud en Codepisam comenzaremos a articular a las mujeres de todas las bases. Empezamos a hacer encuentros y talleres. También elaboramos el protocolo con enfoque intercultural para erradicar la violencia contra la mujer e integrantes del núcleo familiar. De esa manera es que llegamos a dar con la congresista Flor Pablo”, narra.

Luego de enterarse de la existencia de la iniciativa que buscaba erradicar el matrimonio infantil en el Perú, la lideresa decidió unirse a la lucha por lograr su aprobación y posterior implementación al considerar que ayudaría a que las menores crezcan sin normalizar la violencia. No obstante, nada de lo experimentado durante sus años de activismo la preparó para lo que encontró a su llegada a Lima.

Nos chocamos con una realidad bien cruda porque nos fuimos a visitar a diferentes congresistas. No ha sido fácil, ha sido hasta indígnate por momentos porque escuchamos a congresistas mujeres diciendo: ‘Para qué nos vamos a meter con los indígenas. Ellos están felices como están, no nos metamos en su cultura y en sus costumbres. Dejemos que vivan así’. Y ni hablar de los congresistas hombres, que nos decían: “Pero si tu pareja tiene dinero y patrimonios, piénsenlo. Es más seguro tener una casa”. Ahora entendemos por qué hay estos proyectos de ley que no funcionan en los territorios: nunca se toman la molestia de escuchar. Nuestra opinión y nuestra voz es muy importante”, cuenta.

Hoy, tras años de labor orientada a devolver a las mujeres el poder que les corresponde y a casi dos meses de la aprobación de la Ley contra el Matrimonio Infantil, Ibis reconoce, con optimismo, que es capaz de distinguir cambios en el interior de la comunidad Tupac Amaru: ya sea formando sus propios emprendimientos o siendo miembros de las rondas campesinas.

De acuerdo a ella, es cuestión de tiempo hasta que sus hermanos puedan, poco a poco, entender que no se trata de buscar extremismos, sino de alcanzar igualdad para vivir en armonía. Es un camino difícil, pero Ibis afirma que alguien tiene que hacerlo.

Gisela, la lideresa que busca dejar un legado a la juventud

“Para nosotras, era una lucha valiosa, era aportar algo que va a servir a tantas mujeres y niñas, sobre todo las niñas, que tienen un futuro tremendo. Yo que he trabajado en un colegio, ninguna de las niñas me ha dicho que quiere casarse o que quiere tener hijos, menos a los 15 años o 14 años. Entonces, cuando no nos respaldaban (los congresistas) eso era como que un bajón. Y otra vez teníamos que, entre nosotras apoyarnos, entre las compañeras había mayores, las mirabas a ellas y decías: ‘No, no podemos quedarnos, no podemos quedarnos aquí. Tenemos que seguir’. Entonces, pasábamos a otro despacho y ya”, detalla.

Aun así, ella sigue aquí: orgullosa y decidida a continuar con esta labor a favor de las niñas y adolescentes de Puno, quienes deben tener las mismas oportunidades de las que ella gozó. “Ya no estamos para vivir lo mismo que hemos vivido por muchísimo tiempo, y lo que seguimos viviendo. Quizás en mi caso, si no hubiera tenido el tema de salir y estudiar, quizá ya estaría con hijos, ya tendría esposo. La realidad es que ya no queremos seguir viviendo así”, reflexiona.

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