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sábado, junio 29, 2024
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«La música es el eco de la amistad, esa amistad unía el Maestro Balta y su grupo»

Don Balta, el músico sin partitura (II)

Por:  Beto Cabrera Marina 

En esta segunda y última entrega, repasando algo de literatura amazónica encuentro este fragmento del gran escritor Francisco Izquierdo Ríos, en su ensayo Folklore Amazónico (1973) una obra sobre la selva, en el que se hace una narración sobre folklore amazónico, en ella señala literalmente “La Pandilla o Pandillada es un masivo baile público, lo baila todo el pueblo formado en columnas y con los pañuelos en alto. A veces un hombre lleva del brazo a dos mujeres. Las columnas avanzan, retroceden, chocan, se envuelve” dice Francisco Izquierdo Ríos quien era un amante de la cultura popular, tema que es materia de esta crónica, justamente el Maestro Roger Rumrrill cuenta que Izquierdo estaba terminando de escribir un libro de cuentos y tramaba una novela. Ambos proyectos partían de su biografía. “Siento que ese pozo de mi vida es inagotable. Más bien lo que siento es no haber escrito todo lo que he vivido”, le contó en su última entrevista.

Volviendo a la pandilla Francisco Izquierdo afirma: “Algunas parejas se adelantan corriendo, saltando, originando un furioso remolino humano (…) la Pandilla se baila preferentemente en las fiestas patronales de San Juan Grande, San Juan Chico el 25 de Junio, denominación de dicha fiesta se originó del hecho de que una humisha parada en la esquina por un vecino llamado Marcial Valles del barrio de Lluyllucucha, no fue cortada el 24 de Junio y quedó para el día siguiente y desde entonces el pueblo hizo suya esa costumbre), San Pedro y San Pablo (…) Las pandillas terminan en torno a las humishas, las que después de mucho baile, son cortadas, por una pareja mediante un hacha; esta pareja devuelve igual árbol en la fiesta del próximo año” anota el escritor natural de Saposoa.

Al paso de los años, la historia se va ha seguir escribiendo de una y mil formas y maneras según el cristal con el que se le mira. Parte de esa vivencia en Moyobamba, es el legado que dejo  Baltazar Ruiz como persona y ser humano, ante todo.

La banda del Maestro Balta: Un grupo de amigos, campesinos amantes del arte y el folclor 

«Los amigos son como las cuerdas de una guitarra, cada uno tiene un sonido diferente, pero juntos crean una melodía perfecta» -Carlos Santana-  

En aquellos años en Moyobamba banda músicos de Baltar Ruiz estaba el San Juan Grande y San Juan Chico, La Fiestas Patronales Santiago Apostol y Santa Ana, la Procesiones Cristianas, que tenían su ritmo particular y sacrosanto estaban acompañados por la Banda de Don Balta, finalmente estaban los llamados “Bandos” que era la banda con una persona que daba lectura de un comunicado de interés para la población, como convocatorias al servicio militar obligatorio, acuerdos de la municipalidad, y hasta campañas de vacunación se realizaban y convocaban en “Los Bandos” que recorrían las principales calles ciudad con paradas en las esquinas céntricas donde a voz en cuello se daba lectura el anuncio, era tiempos en la comunicación de instituciones o el municipio con la población se hacían mediante esta herramienta que hoy denominan “comunicación alternativa”, comunicación que por cierto -para aquellos tiempos-  era efectiva y la Banda de Músicos del pueblo era una herramienta clave para llamar la atención de ciudadano.

Era la época del gobierno militar, las autoridades eran electas desde Lima, teniendo como máxima autoridad a los prefectos, sub prefectos, los alcaldes igual eran elegidos por recomendaciones o a dedo como se dice popularmente, y para hacer público sus anuncios ahí estaba la Banda del Maestro Balta que recorría la calles.

Balta y sus fieles compañeros

Para ganarse unas monedas, el Maestro Balta convocaba a sus amigos y ahí estaban Don Pedro Tuesta, con su bajo, Antonio Mendoza y Melecio Gómez en las trompetas, Don Wilson Vásquez en el Bombo, Don Filiberto Rodríguez en la Tarola y Don Hildebrando Rivera en los Platillos, conformaban la banda, toda gente de campo, personas humildes amantes del arte, bajo la batuta del Maestro Balta con su corneta que él cariñosamente le llamaba “barito”.

En San Juan Grande o San Juan Chico, en la Punta de Tahishico, Doñe o Fachin, recorriendo las calles tumbando Umishas, ahí estaba la banda del Maestro Baltazar en jornadas que arrancaban aproximadamente desde las 5pm hasta la media noche para derribar la Humisha central de cada barrio o sector en una ardua jornada y desgaste y a pie firme que era recompensadas por un honorario que el Maestro compartía con los integrantes de La Banda.

El maestro Balta, el mercado y sus amigos matarifes

Como anotamos en la primera entrega, el oficio principal de Don Baltazar era el sacrificio de vacuno y su venta de carne en el mercado de la ciudad, el antiguo camal de la ciudad ubicado en Barrio de Belén, en el sector de Shango, camino al centro penitenciario a las orillas de lo que era la quebrada Chauar Yacu; eran conocidos los amigos de Balta dedicados a este oficio como los hermanos Ruiz, el señor Silva, ahí estaba Paquito Ruiz, sus hermanos y primos. En medio de ellos Baltazar y don Custodio Ruiz, eran los rostros conocidos del pueblo.

Jornadas de trabajo y bohemia

Como la mayoría de los mortales, el maestro Balta al terminar la jornada en el mercado se reunía con sus amigos matarifes y compartía sus tragos, muchas veces en la cantinita de su colega Don Custodio Ruiz, eran tertulias cargadas de bromas, anécdotas del pueblo y la política, ese era el punto donde al maetro Baltazar, embriagado lanzaba su grito de guerra ¡¡¡Viva el Apra!!! ¡¡¡Víctor Raúl, Víctor Raúl!!! expresión que repetía en las calles de vuelta a su casa, era el desfogue de un hombre de pueblo, de un amigo y músico del pueblo.

Baltazar Ruiz el anciano y sus últimos días en la Casa de Reposo Flugencio Elorza Legaristi en Rioja.

Para realizar esta crónica consulté fuentes, reuní datos y documentados; el Maestro Baltazar Ruiz Valles, es ingresado a la casa de reposo que dirige el Sacerdote Adrián Ochoa, a los 78 años un 25 de mayo del 2003, con una fractura a la cadera y sufría de demencia senil que se fue agravando al paso de los años y fallece el 09 de agosto del 2013, sus restos reposan en el cementerio de Rioja. Fuentes consultadas, para realizar esta crónica refieren que en algunas oportunidades las autoridades de Moyobamba “dicen” para recibir homenajes, de las que retornaba enojado, “me han traído para solamente para mostrarme a la gente” ya no quiero que vuelvan a traer le habría manifestado a la persona que le acompañaba.

Es el final de una vida, de un legado para historia de un pueblo…Gracias Maestro Baltazar. Gratitud eterna a tu legado y al grupo de hombres que te acompañaron. El cielo es el límite.

Si quieres cambiar el mundo, toma tu pluma y escribe. (Martín Lutero)

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