El resonar de villancicos a todo volumen por todas partes y a toda hora, repetidos ‘ad nauseam’, calles repletas de gente comprando compulsivamente, bullicio, ajetreo y ansiedad por diversas reuniones navideñas en aulas de cada hijo o en los centros laborales y por el apuro de comprar algo en el juego del ‘amigo secreto’ (donde muchas veces se ha tenido que establecer un valor monetario mínimo de gasto en regalos para evitar desigualdades y descontentos) plásticos chinos navideños baratos por doquier y cada vez en mayor cantidad y así sucesivamente, toda esta parafernalia e infernal cacofonía, propia de la ‘sociedad de consumo’, alimentada por el aburrimiento existencial y el automatismo de una vida repetitiva, lucha por la supervivencia sin más…Son algunas de las características de una fiesta de la cual casi siempre el sentido sagrado y profundo permanece inobservado, incontemplado, incomprendido…
Sin embargo, para muchos también y cada vez más, la Navidad como momento CRÍSTICO en que el Verbo encarna descendiendo por la “Puerta de los Dioses” (Capricornio) se vive como EL acontecimiento espiritual profundo, para aquellos que se dignan a elevar su nivel mental.
Y es que la comprensión sutil de esta Festividad celestial nos eleva a la Gracia u oportunidad de NACER de nuevo, inspirados y ayudados por la energía del CRISTO. Esta dimensión ha sido alcanzada por la comprensión de una síntesis de conocimientos como los datos siguientes:
“En consonancia con el carácter alegórico de los antiguos, el solsticio de invierno se celebraba: Entre los persas, por el nacimiento de Mithra; Entre los griegos, por el de Baco; Entre los fenicios, por el de Adonis; Entre los frigios, por el de Atis. En Menfis se mostraba al pueblo la imagen infantil del dios-Día sacándola del fondo del santuario. Los romanos anunciaban en su calendario esta fiesta con las palabras “natalis solis invicti”.
“Los cristianos celebran el solsticio de invierno por medio de la Navidad, con la que tratan de conmemorar el nacimiento del Cristo, Salvador del mundo. En esta fiesta cantan ellos “puer nobis nascitur dominus dominorum”, empleando la misma expresión de los antiguos que llamaban dominus al Sol, y dies domini o dies solis, al día de la semana consagrado a este astro.”
Esta dimensión espiritualista de la Navidad implica pues, vivificar todas las acciones materiales bajo la luz de la COMPRENSIÓN y CONCIENCIA SUPERIOR según lo que expresa el Maestre Dr. Serge Raynaud de la Ferrière:
“La hora ha sonado en que Hombres y Mujeres deben realizar su Misión. Esta misión fue mencionada en los Evangelios (Marcos VI -8 a 11 y Lucas IX del 1 al 6); además, para los que no tienen la Gracia de ser misioneros como los Apóstoles, les queda una primera lección: la de renovarse a sí mismo, transformar su personalidad profana en individualidad mística, o, mejor dicho, “espiritualizar” la materia. San Juan III: 3 al 8
Esos versículos citados nos invitan a RE-NACER o RENOVAR nuestro Ser y Existencia en esta NAVIDAD:
“Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que EL QUE NO NACIERE DE NUEVO, NO PUEDE VER EL REINO DE DIOS. (…) De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.”
Continúa el autor:
“EL MATERIALISMO NO PUEDE OFRECER MÁS QUE UN PROGRESO PARA UNA VIDA DE CONFORT Y BIENESTAR FÍSICO, PERO NUNCA SALVA EL PROBLEMA DE LA ANSIEDAD MENTAL; SOMOS HECHOS DE LA ESENCIA DIVINA Y SOLO EL REALIZAR ESPIRITUALMENTE LAS COSAS, PUEDE DAR LA PAZ INTERIOR. Venimos de Dios, somos de Dios (para no decir que somos El mismo, una parte de su Manifestación) y hay que regresar a Dios. Mejor todavía es realizar que nunca lo hemos dejado: es la “autorealización” que cada uno debe lograr para tener la confirmación de que somos Espíritu y de que así mismo poseemos la Vida Eternal. Apegarse a la materia es apegarse a la desilusión, perder la Existencia Suprema, porque quien quiere su vida física naturalmente pierde la otra, pero disgustarse de la existencia terrenal es abocarse a tomar refugio en el Alma Universal de Dios. San Juan XII: 25 y 26.
“El camino de la Salvación es en Cristo, pero no solamente en pensar que El salvó al Mundo, sino en realizar el Cristo en Sí-mismo… Esta CHRlSTalización es la base misma de la Vía hasta la Verdad… Este estado de transmutación, este plano de supremacía del espíritu sobre la materia, hace olvidar el propio personaje para fundirse en la Consciencia Universal. El Espíritu de Verdad no habla de sí mismo, pero hace llegar a toda verdad, así dice el Cristo (San Juan XVI: 13 y 14).”
Y finaliza con una reflexión navideña que penetra a lo más profundo de nuestro Espíritu:
“Dentro del ruido infernal de la cacofonía humana, ocupada de sus intereses egoístas, defendiendo sus bienes materiales, como la única realidad; olvidando los deberes espirituales, el mundo va camino de perdición … Mientras tanto, tratemos de escuchar Su Vibración Eterna, llena de compasión, murmurando: “QUE LA PAZ SEA CON VOSOTROS” …



