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jueves, noviembre 7, 2024
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La pandemia que nos está obligando a ver los abismos de nuestras carencias

Casi un año después, la devastación del SARS-CoV- 2, abruma: informes de organizaciones internacionales señalan que la pandemia producirá 45 millones de nuevos pobres sólo en América Latina y que el Producto Interno Bruto ha tenido su mayor descenso en más de un siglo.

Pese a la llegada de las vacunas, todavía cuesta comenzar a pensar en una salida: La pandemia azota ahora mismo una segunda ola brutal lleva un récord de muertes y contagios.

Sí se puede discernir que, cuando baje la marea, nuestras sociedades tendrán como prioridad buscar un mejor contrato social que fortalezca lo que se ha visto superado.

Los gobiernos deberán enfrentarse a estas demandas con el descontento en las calles, en medio de la deuda y la contracción económica continental global, y con una ciudadanía dispuesta a tomar la iniciativa, cansada de dirigentes y partidos mediocres que no han dado la talla.

El reordenamiento debe pasar por la necesidad de fuertes inversiones en las zonas rurales para mejorar las infraestructuras de salud educación y comunicaciones. Fomentar las capacidades de nuestros profesores y técnicos de la salud en todos los niveles. Finalmente volver la mirada con un fuerte compromiso ético y moral a la colectividad y es aquí donde los medios de comunicación tenemos un doble compromiso: Comunicar y Orientar MEJOR.

Pese a la lucha heroica de doctores y enfermeras, los sistemas de salud pública se han visto precarios y obsoletos, y han mostrado qué puede ocurrir cuando los gobiernos no los priorizan; sin acceso a un buen internet, las diferencias de por sí notables en la calidad de la educación entre colegios privados y públicos, y zonas urbanas y rurales, no han hecho más que exacerbarse. Para paliar la desigualdad social será necesaria la intervención del Estado.

Los cambios apuntalan la necesidad de construir sociedades más justas y democráticas para la región, con justicia y democracia duradera que no dependan de un solo gobierno ni de una sola generación, y que no puedan desmoronarse con las crisis futuras que todavía nos queda sobrellevar.En un país aplicado al corto plazo, no es poco.

En medio de la crisis sanitaria hubo incendios forestales, tanto la deforestación como la explotación de los recursos naturales y la expansión de nuestras fronteras agrícolas siguieron avanzando, imparables. Con nuestro accionar afectamos el equilibrio de los ecosistemas; estamos viviendo ya en un estado permanente de emergencia.

Algunos dirán que eso no es nuevo para los peruanos, acostumbrados a saltar sin transiciones de una crisis a otra.

Sin embargo, en este momento de reconfiguración de las fuerzas políticas, tenemos una gran oportunidad para impulsar las reestructuraciones que nos gustaría ver en el país. Si no es después de una pandemia que nos ha obligado a ver los abismos de nuestras carencias.

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