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domingo, diciembre 1, 2024
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La voz del pueblo

de tinta y papel
Luis Ordóñez Sánchez
columnista

Entiéndase de una vez. Ocupar un cargo por designación o por elección, no le da  a nadie potestad de pensar por otras personas, menos actuar como suponiendo que el pueblo simplemente aceptará tal medida.

No es una fábula, fue un hecho real, que con el pecho inflado un gobernante nacional ninguneó a los habitantes de  la selva, tratándoles de “personas de segunda categoría”, “que se comportan como el perro del hortelano que no comen ni dejan comer”, refiriéndose a que no se da uso a los bosques, que están allí, de manera natural, “sin servir a nadie”. Alguien dijo también que “la ignorancia es atrevida”. ¿Cómo puede pensar y decir una persona que el bosque natural no sirve a nadie? ¿El oxígeno que respiran los seres humanos? ¿La madera almacenada que allí existe y que es la reserva para futuras generaciones? ¿Las miles de diferentes especies de animales silvestres que viven allí, acaso son poca cosa? ¿La formación del suelo agrícola que se forma a diario y que en algún momento servirá a los seres humanos para su propia vida, acaso no es de vital importancia? ¿El agua natural que genera para el servicio de todos los seres vivos? ¿El anhídrido carbónico que consume en beneficio de los seres vivos animales? Con todas estas cosas maravillosas ¿Cómo puede una persona decir semejante barbaridad, menos si se trata de un gobernante nacional? ¿No habrá nadie que ilustre los conocimientos de aquel personaje? ¿Por qué no se escucha la voz del pueblo?

En otra faceta, se pretendió trasladar las aguas del río Huallaga a la costa ¿No es esta otra tremenda barbaridad, desfasada de la realidad? ¿Acaso no se tiene información que las aguas de la selva han disminuido ostensiblemente, precisamente por el uso inadecuado de los recursos naturales? ¿Por qué no se solicita información a los técnicos sobre el tema a tratar? ¿Por qué no se escucha la voz del pueblo?

Siempre se dice, los planes de desarrollo deben hacerse en base a la voz del pueblo, con los arreglos del marco legal y los matices de los técnicos en las materias. Los poderes del Estado deben someterse a esta voz, que es la columna vertebral del desarrollo del país, no solo porque se deja escuchar en el lejano horizonte, sino también, porque está cargada de sentimiento humano, porque es la verdadera expresión del sentir del pueblo.

El gobernante no necesita ser mago para cumplir con la función encomendada, simplemente el trabajo debe estar guiado por la voz del pueblo.

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