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sábado, diciembre 14, 2024
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Lamas, bella, tradicional y moderna

a través del cristal
Willian Gallegos Arévalo
Ps. Iglesia Alianza Cristiana y Misionera en Juanjuí

Después de mucho tiempo retorné a Lamas el viernes por la tarde. Lo que encontraríamos en la ciudad, minutos más tarde de iniciar el viaje, con Gladis Maribel Heredia y Elías Torres, podría ya vislumbrarse en el recorrido por la carretera en el tramo desde la troncal hasta la ciudad misma, disfrutando de una ruta llena de verdor. La carretera, con sus curvas, sus árboles y las pocas edificaciones que existen en la vera, hace que visitar la ciudad sea ya encantador desde el inicio. A la ciudad misma la encontraríamos más bella aún.

Lamas es una ciudad que está en las antípodas de Tarapoto, y que abonado por su tradición, su historia y su gente, se convierte en un destino turístico de primer orden en la Amazonía peruana. Un encanto particular de la ciudad es su antigüedad, pues fue fundada en pleno siglo XVII, un 10 de octubre de 1656, por el capitán español don Martín de la Riva y Herrera. La irregular topografía de la ciudad -es conocida como la Ciudad de los tres pisos y capital folklórica de la Amazonía–, le transmite una belleza sin igual, matizado por esas colinas que delimitan sus valles y desde la punta del barrio de Ancohuallo podemos disfrutar de todo el horizonte.

Un atractivo singular lo constituye un castillo de arquitectura medieval, que al verlo hace que nos sintamos en escenarios feudales, disfrutando del contraste entre la época de hoy y la Europa de siglos atrás. Estar frente a esta joya arquitectónica es como si en algún momento llegarían los juglares y trovadores o una horda de normandos vendría a asolar la ciudad sembrando muerte y destrucción, o imaginarnos dentro del castillo al señor feudal a quien debemos rendirle vasallaje.

Lamas ha mandado al olvido aquellas fricciones que antaño mantenía con Tarapoto, porque esa ´rivalidad´, es un tema del pasado. Hoy estas ciudades están hermanadas y los conflictos sobre ´quien es más´, es solo un recuerdo, porque Lamas ha comprendido su rol dentro de su visión de desarrollo: una ciudad de paz, de tranquilidad, valorando su rico pasado, su fortaleza intercultural, ajena a los avatares de esa falsa modernidad que trae caos e inseguridad. Es una ciudad moderna que ha sabido equilibrar su historia pasada, su presente y su futuro.

Lamas es un pueblo identificado con su alcalde, el ingeniero Fernando del Castillo Tang. La gente a la que pregunté por él se expresó de manera cariñosa, positiva y agradecidos por su gestión. Los resultados de su obra de gobierno se están sintiendo y eso es lo que reconoce el pueblo lameño, porque Lamas es una ciudad que ha dado un cambio formidable. Por el espíritu de su gente y su arquitectura típica que conserva todavía con gran intensidad, hace que sintamos en ella un ambiente de intimidad. No hay selvático más arraigado con su tierra que el lameño o lamisto, como usted quiera expresarlo. Es cierto que los lameños, de tanto querer a su tierra hasta lo comen, dicen algunos. Lamas es la única ciudad amazónica en donde usted todavía podrá encontrar esos rostros de bellas mujeres, y al verlas no sabrá distinguir sin son andaluzas, catalanas, castellanas, extremeñas, vascas o gallegas.

¡Bella ciudad! Pronto la visitaré nuevamente para  disfrutar con Carlos Panduro Rengifo de un buen vino en el castillo, invitado por el señor feudal, o compartir con los ex alcaldes Dílfrido Soria Díaz y Rafael Saavedra Díaz, de un indanachado ´levantamuertos´ en el negocio del señor Leónidas Linares. Dicen que Dílfrido y Rafico ya necesitan sus brebajes para cumplir con sus jornadas mañaneras.

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