Desde hace más de 20 años
Desde hace más de 20 años, las cabezonías hacen historia en su Semana Turística y Fiesta Patronal Virgen de las Nieves de Yurimaguas; indudablemente agregan ese toque mágico a una tradición de los antiguos pobladores donde la entrega de votos es la raíz de una costumbre ancestral que identifica la identidad cultural de los pueblos.
Yurimaguas es una tierra de grandes tradiciones donde la población demuestra su hospitalidad y raíces que a pesar de los tiempos se conserva y se celebra con esa misma emoción y fervor religioso.
No todo es derroche en las noches de fiesta con trago y cerveza, sino que, hay familias y pobladores que se unen para formar las cabezonías que, gracias al amor y fe a la Virgen de las Nieves, van dejando huellas cada año en una ciudad, como otras, influenciadas por culturas y costumbres supuestamente modernas.
La fiesta patronal de Yurimaguas culminó ayer, y no hay ciudadano local o visitante que valora y comenta que, las cabezonías son ese ingrediente que le dan amor y festividad a esta celebración.
Este año hubo 13 cabezonías, de las cuales en una u otra se ha visto que los pobladores trabajan por espacio de un año haciendo actividades para recaudar fondos que serán utilizados en los gastos de la fiesta, para preparar la comida, bebida y otros insumos para compartir con los visitantes.
Al finalizar la fiesta, el día 15 de agosto por la tarde, la entrega de los votos se convierte en una fiesta de regocijo e identidad con lo nuestro. Carne de pollo y chancho asados, carne del monte, pescado seco, panes, rosquitas, puchco, wahuillos, entre otros bocaditos asados al horno preparados a base de harina de yuca y maíz, pollos vivos, y otros preparados, son entregados al cabezón entrante quien busca sus colaboradores para organizar la fiesta del próximo año, y devolver el doble de lo recibido.
Este año se vio con más realce y valoración esta antigua tradición que de hecho capitaliza más la cultura de los Yurimaguas, y abre las puertas al turismo nacional y extranjero, pues el calor de la gente con su fe religiosa, gráfica la verdadera expresión y profundo valor histórico, que es el objetivo de la fiesta patronal.
Hombres y mujeres, jóvenes y adultos, con los votos sobre sus cabezas, al ritmo de la pandilla de la selva, interpretada por los grupos de música típica, recorrieron calles, y llegaron hasta la Plaza Mayor, donde fueron recibidos con aplausos y saludos de júbilo.
El alcalde Roy Saldaña, y los regidores, también se sumaron a esta algarabía, y pandillaron juntos con las cabezonías, hasta derribar la húmisha sembrada en el entorno de la Plaza Mayor. (Roger Torres)