Por: David Auris Villegas
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En un enmarañado cosmos, la literatura sigue siendo una linterna que nos ilumina. Recuerdo mi infancia cuando mi madre me contaba hermosas historias. Hoy, al conocer al Nobel de Literatura, una emoción me invade, la misma que experimentaba al escuchar esos relatos. Este reconocimiento reafirma que la literatura es un puente pedagógico que todos debemos cruzarlo.
“Mi vida es una corrección permanente” dijo con lacónica honestidad y conocimiento de sí mismo, László Krasznahorkai, al enterarse de que había sido galardonado con el Premio Nobel de Literatura 2025, según la academia sueca “por su obra convincente y visionaria que, en medio del terror apocalíptico, reafirma el poder del arte”.
László Krasznahorkai (nacido el 5 de enero de 1954) es un autor húngaro de culto, célebre por sus frases extensas y su estilo desafiante que exige atención y reflexión. En una era dominada por la brevedad digital, su obra nos recuerda que la literatura, como la vida, requiere esfuerzo y pensamiento crítico, valores a cultivarse en las escuelas con el propósito de aprender a leer entre líneas.
Este afamado autor canónico, que nos muestra la fragilidad de la humanidad, ya había ganado el Premio Formentor al igual que el genial Borges. Ha publicado, en otros libros, Tango Satánico, Melancolía de la resistencia, Guerra y Guerra, Al Norte de la Montaña y El barón Wenckheim vuelve a casa.
La literatura de László Krasznahorkai aborda con profundidad y valentía el caos, la soledad, la decadencia moral, la búsqueda de sentido en un mundo incierto y los dilemas existenciales del ser humano, poniendo en debate el posible colapso de nuestra civilización. Por ello, necesitan ser leídas y analizadas en las escuelas a fin de que los estudiantes comprendan, a través de sus palabras, los desafíos y el destino de nuestra humanidad.
Este grandísimo autor seguidor de Kafka, en una entrevista concedida al periodista colombiano Winston Manrique, para la revista WMagazin, sostuvo que la humanidad, pese a los avances, no ha cambiado en su esencia: sigue siendo peligroso para sí mismo. Afirma con acierto de que, la esperanza radica en el instinto de supervivencia, y no en la razón ni en el progreso.
Hagamos, entonces, que la literatura y la educación convivan juntas en la escuela e iluminen con esperanza un mundo aparentemente caótico.
Artículo publicado en, El Montonero © David Auris Villegas. Ha publicado: Hacia una educación del buen vivir y Cómo redactar y publicar artículos científicos. Edita y divulga la revista AURIS.