Sé que incomoda hacer una inversión y recibir críticas. Pero también sé que incomoda que una inversión se cargue encima todas las molestias que se pueden causar en pobladores que viven en sus alrededores.
En la provincia de San Martín, sobre todas las cosas en el distrito de Morales, importa un carajo que los vecinos sufran la insoportable bulla de algunas discotecas de la zona, obligandolos a dejar en algunos casos por salud la casa que los albergó durante toda una vida.
Lo de Anaconda es un clásico en los medios de comunicación, pero necesitamos hacerlo notar: a los alcaldes les tiemblan las piernas (o les llenan los bolsillos, quién sabe), para hacer que estos inversores sigan generando daños sobre la salud de los ciudadanos del distrito papayero.
Ahora se anuncia la apertura de una nueva discoteca denominada Pachanga. Aseguran sus propietarios que tienen un sistema “tecnológico” que hace imposible la reverberación de la bulla en todo el distrito. Lo cierto es que cuando observamos la discoteca la vemos desnuda de accesorios que hagan soportable la noche en Morales. Y pasamos cuando se realizaba una de las famosas pruebas de sonido. La bulla es estruendosa. Dicen que los que amortiguarán la bulla con sus cuerpos, serán los clientes. Esperamos que así sea.