Colocados en esta perspectiva, indica que ciertos mitos encierran profundas verdades filosóficas, metafísicas y mágicas, las cuales se hallan disfrazadas tras aparentes fantasías. Son vistos como alegorías iniciáticas, enseñanzas esotéricas acerca de la verdadera y más profunda naturaleza del hombre y del cosmos, del origen y destino de la humanidad, no obstante carecer de la explicación científica; en otras palabras, ciertos mitos serían expresión de la sabiduría. De “La Bella Durmiente”, por ejemplo, se asegura que antes de ser cuento fue un mito cuyo simbolismo aludía a la porción dormida de nuestra mente –ahora sabemos que solo la novena parte del cerebro funciona—y a la necesidad de un “despertar” poniendo en funcionamiento órganos de percepción superior que permanecen en lo profundo de la conciencia en una inactividad transitoria, esperando la técnica iniciática capaz de iluminarla, de despertarla, de activarla; a esta clase de mitos pertenecen el héroe hijo del sol que viene a este mundo a redimir a los hombres y luego regresa al reino de su padre; el sabio ermitaño eternamente joven, el robo del fuego, el nacimiento de la virgen diosa-doncella primordial, los infructuosos viajes llenos de aventuras en busca del “tesoro” oculto, etc. Para algunos estas clases de mitos son rezagos de hechos y verdades ocultas que con el tiempo han ido degenerando hasta perder su significado trascendente y han quedado como simples fàbulas. Otros los consideran como necesarios para transmitir profundos conocimientos que la mente ordinaria no es capaz de captar directamente; y además, para encerrar en esos simbolismos, secretos que debían ser accesibles solo a aquellos que están preparados para recibirlos. Veamos la siguiente historia:
2. Lukman y el lenguaje olvidado
Personaje rescatado de las brumas de la leyenda nada menos que por la misma ciencia es Lukman, un medicineman (hombre medicina), un chamán de quien se decía que conversaba con las plantas y animales en un lenguaje secreto que sólo ellos conocían. Un ave gallinácea una vez le dijo: “en la garganta de algunas de nosotras, suele crecer una piedra con la que podrás curar de las convulsiones a ese niño”. Lukman probó tal y como escuchó y pudo así sanar de la epilepsia a la criatura.
Tomaba el pulso a sus enfermos con suavidad y parsimonia guardando un largo silencio y luego diagnosticaba. Tomaba un preparado de una planta que crecía entre las rocas y se alimentaba del rocío de la noche. Le llamaba su planta maestra y afirmaba que de ella bebía sabiduría para detectar los males y curar a sus enfermos. Preguntaba, acercándose calladamente a las plantas o árboles, guardando una reverencia casi sagrada y ellos le conversaban: “siénteme, sería bueno que me utilices para curar los pulmones o para detener las hemorragias”. “Mis pétalos de rosas en agua serenada –le murmuraba otra—sirven para aliviar el corazón adolorido”.
¿Cómo llego Lukman a este conocimiento? La ciencia ha comprobado que todo lo que sabía era correcto y mucho todavía falta comprobar en millones de hierbas. Solo sintiéndolas llegaba a conocer sus secretos medicinales. Sorprende tanto ya que entonces no existían los laboratorios de hoy, ni los sofisticados instrumentos. Y si hubiera estado experimentando con instrumentos rudimentarios, le hubiera tomado por lo menos miles de años para descubrir todo eso. Los científicos hasta ahora no encuentran una explicación. Lukman fue un gran sabio, considerado como el fundador de la medicina yunari, en la misma que se basa la medicina ayurveda en la India, secretos médicos revelados por las mismas plantas.
Respiramos el mismo aire que los árboles y animales. Emanamos también vibraciones, una misma energía nos cohesiona. Está en nosotros y en la naturaleza ¿es probable entonces sintonizarnos, identificarnos, comunicarnos en la vibración y el silencio. ¿Es una especie de intuición sutil por lo que nos podamos transmitir ese conocimiento?. ¿Es un lenguaje no lingüístico en donde más que la mente, interviene el corazón, algo que se perciba a través de la emoción, el sentimiento, algo captado con la totalidad de nuestro ser?
Como todo medicine-man Lukman dietaba para purificarse y limpiar las ventanas del alma y lograr transparencia. Todo vive, todo respira, todo palpita en el cosmos. ¿Es entonces cuando en esa armonía se revelan los secretos y los misterios, viviéndolos?
Pero para ello tenemos que recordar esa intuición, ese lenguaje olvidado.