Conocida simplemente como Frida Kahlo (México 1909 – 1954), fue una pintora mexicana, militante comunista de vida excepcional. Sus 150 pinturas tratan de autorretratos, abortos, amputaciones y múltiples operaciones que tuvo que soportar en su corta vida. Elena Poniatowska y Hayden Herrera son las escritoras que más fidedignamente escribieron sobre ella. Repacemos algunos pasajes de su vida, narrados por Elena Poniatowska en primera persona, como si lo hiciera la propia Frida.
Los Cachuchas
“«Los Cachuchas» éramos unos bandidos anticlericales. No queríamos estudiar, sólo pasar de panzazo. Una vez le puse una bomba a Antonio Caso que daba una conferencia, y explotó en una de las ventanas del salón. El director Vicente Lombardo Toledano me expulsó y José Vasconcelos el secretario de Educación lo mandó llamar y le dijo: «Más vale que renuncie a la dirección, si no puede controlar a una muchachita tarambana de catorce años». Lombardo Toledano renunció.”
Me atacó la poliomielitis
“A los seis años, zas, una mañana no pude mover las piernas, poliomielitis. Pasé nueve meses en cama. Me lavaban la piernita en una tinita con agua de nogal y pañitos calientes. Mi padre me ayudó. Me compró colores y me hizo un caballete especial para dibujar en la cama. La patita quedó muy delgada. Nadie sabía nada de nada. Los doctores son unas mulas. A los siete años usaba botas. «Frida Kahlo pata de palo, Frida Kahlo pata de palo», gritaban en la escuela. En mi cuerpo pequeño se instaló el sufrimiento físico muy pronto, y no sólo el mío sino el de mi padre Guillermo Kahlo.”
Mi padre epiléptico
“Mi padre era epiléptico y me amaba más que a nadie. Lo acompañé a tomar fotografías de iglesias y monumentos y supe cómo cuidarlo a la hora del ataque, darle a respirar el éter, meterle un pañuelo en la boca, limpiarle la espuma, echarle agua en la frente y cuidar que los curiosos en la acera no robaran la cámara. No hablaba de su enfermedad. ¿Para qué? Todos los que iban por fotografías a la esquina de Londres y Allende lo respetaban porque no decía ni una palabra. A los siete ayudé a mi hermana Matilde, que tenía quince, a escapar con su novio a Veracruz. Desde entonces, creo en el amor. A las mujeres hay que abrirles el balcón para que vuelen tras el amor. También yo volé tras de Diego. He volado tras de todos los hombres y las mujeres que se me han antojado.”
Un accidente cambió mi vida para siempre
“El 17 de setiembre de 1925 cambió mi vida para siempre. El tranvía arrastró y aplastó contra la pared al camión en el que íbamos Alex ―mi novio― y yo. A mí el pasamano me atravesó el cuerpo de lado a lado. El diagnóstico fue: «Fractura de la tercera y cuarta vértebras lumbares, tres fracturas de la pelvis, once fracturas en el pie derecho, luxación del codo izquierdo, herida profunda en el abdomen producida por una barra de hierro que penetró por la cadera izquierda y salió por la vagina, desgarrando el labio izquierdo. Peritonitis aguda. Cistitis que hace necesaria una sonda por varios días». Perdí la virginidad, se me reblandeció el riñón, no podía orinar, y de lo que yo más me quejaba era de la columna vertebral.”
Para qué quiero pies si tengo alas para volar
“La Frida que yo traigo adentro, sólo yo la conozco. Sólo yo la soporto. Es una Frida que llora mucho. Siempre tiene calentura. Es feroz. El deseo la embarga. El deseo del hombre y de la mujer. La vida la perdí muchas veces, pero también la recobré; volvía gota a gota con un beso de Diego. A lo largo de treinta años me hicieron treinta y nueve operaciones; en la última me cortaron la pata. «Pies para qué los quiero si tengo alas pa’ volar». También cuando Diego me dejaba se me iba la vida, pero eso me gustaba. A Diego quería yo darle mi vida para que él viviera.”
Bibliografía
Elena Poniatowska. Las siete cabritas. Editorial: Seix Barral. 2000
Raquel Tibol. Frida Kahlo. Una vida abierta. Editorial UNAM. 2002
Hayden Herrera. FRIDA. Una biografía de Frida Kahlo. Editorial Diana. 1983