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martes, julio 1, 2025
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Meterse a “político”

Por Willian Gallegos Arévalo

Como tengo el privilegio que mis artículos se publiquen no exagero cuando me llaman o escriben pidiéndome que escriba sobre tal o cual tema. En verdad, nunca escribo sobre lo que me piden pues es mi libertad el de hacerlo o no. Pero ante la belleza e inteligencia no me puedo negar, y más cuando quien lo hace es una bella ribereña: de Yurimaguas. ¿Qué ganaré con ello? Pues, con un beso me contento. Como en la rima de Becquer: “….yo no sé qué te diera por un beso”.

La forma en que ha devenido la política casi nos ha persuadido que en esta época si alguien tiene intenciones políticas o es un grandísimo majadero, sinvergüenza y conchudo, además de osado y aventurero. Cuando en algún escenario comentan que tal fulano quiere ser congresista, o alcalde o gobernador, inmediatamente sale el estribillo: “Él también ya quiere robar”. Sin embargo, a pesar de lo que se ve en los desempeños de los políticos, considero –en mi percepción muy personal—que siempre habrá personas honestas que participan y seguirán participando en la política, que significa que la sociedad tiene aún oportunidades. En mi caso personal, mis candidatos regionales y locales no han ganado en las pasadas elecciones, pero siempre habrá ahí una esperanza, porque no todo está perdido. Lamentablemente, también nuestros elegidos y elegidas nos defraudan y es peor si se han vendido de revolucionarios(as) y luchadores(as) sociales.

La política es el arte de gobernar con eficiencia y eficacia en busca del bien común, la armonía y el bienestar general, dicen los tratadistas. [Sobre este tema, he dado un breve curso, en mayo pasado, en la Municipalidad Distrital de Chazuta, y agradezco al alcalde Walter Sangama Saurín y a su gerente municipal, Gunther Delgado Ríos, al haberme invitado a disertar sobre este tema y otros]. Si bien los políticos no son santos, porque no hay un ser que sea absolutamente honesto –nos recuerda Bertolth Brecht–, no deben ser tinterillos, mentirosos, malapagas y truhanes, especialmente los alcaldes, tanto que ya se ha hecho cliché la frase “palabra de alcalde”.

Después de haber tenido relación con políticos de todos los niveles, he llegado a la conclusión que las cualidades supremas que deben tener los que deseen ser políticos, son: visión, criterio, una relativa cultura general, saber escuchar, ser abierto a las críticas, no solamente reír con cinismo, saber ubicarse y tener sentido común, ser auténticos, no creer en la difamación que hacen mecánicos farsantes, tener vocación de servicio, preocuparse por la gente de sus entornos, etc. Obviamente, los políticos no son impolutos, pero queremos que sean buenos seres humanos.

Fernando Belaunde Terry, que no era santo, tenía esas cualidades humanas que le reconocen casi todos. Gonzalo Villavicencio Aguilar tenía un carisma y una técnica especial de las relaciones humanas y siempre será recordado con afecto. Por eso, si un chambón o chambona o mequetrefe se mete a político, el atraso está asegurado. Serán tiempos perdidos. O sea, ser político es ser competente, idóneo y bella persona. Un disparate no debería querer ser político. (Comunicando Bosque y Cultura).

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