Por Willian Gallegos Arévalo
Conocí Moyobamba en los años setenta del siglo pasado, cuando en un vehículo que manejaba mi primo Herbert Hugo Arévalo Bartra nos llevó hacia la ciudad de los barrancos para una breve visita. Desde esa oportunidad le agarré un afecto y devoción tremendos. ¿Y por qué? Por su gente maravillosa, por su topografía plana como si fuera un espacio de cadencias lentas y donde el tiempo se diluyera en los bosques y en el puerto del Tahuishco y ese encanto tan particular de ser una urbe que, pese a la modernidad, sigue siendo ella misma. Los pueblos, más que sus edificaciones, son su gente y esto hace de ellos para aprender a amarlos.
Me vinculé más con Moyobamba en los tiempos del Fondeagro, y de esa época datan esas amistades que resultarían eternas: de los directores Manuel Augusto Laínez Guerrero y Eduardo Pinedo del Águila, ellos, decentes y buenos seres humanos. Vinculado e ese proceso están Pedro Guevara Fasabi, Edgardo Vásquez Arbildo y Pacífico Quiroz Jara, quienes serían promotores para un proyecto de Caja Rural para Moyobamba que después sería regional, donde ellos ya no tuvieron nada que ver en su manejo posterior. También están Luis Díaz Estela, Gerardo Núñez Briones, Leoncio Rodríguez Díaz y Narciso Fernández Montenegro. Con los años iría conociendo otras personas valiosas como lo son Luis Alberto Vásquez Vásquez, Nicolás Díaz Celis, Porfirio Centurión Tapia (+), los hermanos Manuel y Alva
Jarama, Luis Villavicencio Suaznábar, Miguel Ángel Ocampo Guerra, la familia Cobos, los del alojamiento.
Moyobamba está orgullosas de su rol histórico y hoy es parte de la cultura viva; ahí están sus pandillas. Desde sus orígenes y cuando se inicia la república, continuaría siendo el centro cultural y político de toda la Amazonía peruana: de la Comandancia General de Maynas -todavía formando parte del virreinato de Nueva Granada–, a la Provincia Litoral de Loreto. Moyobamba juraría la independencia del Perú el 19 de agosto de 1821 y consolida la libertad del Perú. Su suelo fue el escenario de hechos históricos, de los que las nuevas generaciones desconocen, como la batalla de Habana. Y viene a la memoria don Pedro Pascasio Noriega, su héroe epónimo.
Cuando Antonio Raimondi visitó Moyobamba en 1859, ya existían los barrios (cuarteles) de Lluillucucha, Belén, Calvario y Zaragoza, que se mantiene actualmente. Ya es una ciudad moderna y cosmopolita. La ciudad tiene los encantos de las puntas y sus barrancos, espacios para el romance y las citas furtivas. Conocemos mejor a Moyobamba y su gente gracias a Manuel Alva Jarama y Luis Alberto Vásquez Vásquez. ¿Cómo no querer a esta ciudad de Los Mirlos y el Sonido Verde? Fundada el 25 de julio de 1540, afirmó la peruanidad de la Amazonía al jurar la independencia del Perú el 19 de agosto de 1821 y que se consolidó en Junín y en Ayacucho. Y ya escribiremos sobre sus personajes kafkianos, que son reales, que hubieran sido la envida de Gabriel García Márquez. (Comunicando Bosque y Cultura).