Ya es un asunto común que a nuestras autoridades poco o nada les importa la opinión de la gente o el verdadero sentido de lo que se conoce ese asunto de la ´calidad de vida´, porque les interesa las cosas visibles o todo aquello que pueda ´perennizar´ sus memorias. (Casi parecido a las infraestructuras que el nuevo Niño los ha derrumbado o colapsado, según el gusto semántico de los políticos).
En estos últimos días, los tarapotinos se han despertado horrorizados al descubrir que el perímetro de la concha acústica y el sector que se conoce como el campo del Chacarita Versalles se han cercado con plásticos como si dentro del área cercada se va a desarrollar algún proyecto secreto del que no era conveniente que los mortales comunes y corrientes conocieran, situación de que la prensa local, los comunicadores y las redes sociales se hicieron eco. Y todo comenzó con la destrucción de los árboles, que se hace con la misma emoción y alegría cuando se cortan los árboles vecinos al Coliseo Cerrado de Morales, sector que se ha convertido en la vergüenza de la localidad y de Tarapoto, como si quisieran decir ´este tema del abandono del Coliseo y la destrucción de sus calles y árboles nos importa un bledo´.
¿Por qué el horror? Porque nuestras autoridades no tienen la cultura de los espacios públicos dentro de la armonía del crecimiento de la ciudad y la responsabilidad de darle espacios con áreas verdes que lleven hacia el sano esparcimiento. Piensan en polideportivos y no en esos lugares como espacios de solaz, en opinión de Lenin Quevedo Bardales; o sea, en esos espacios adonde acudan los ciudadanos a encontrar paz, silencio, alegría y felicidad dentro del concepto supremo de la libertad en armonía con la naturaleza. Porque no se trata de tener cien recreos privados donde los ciudadanos que quieren disfrutar de un momento de amplitud tienen necesariamente que pagar, amén del ruido que van a encontrar. ¡Así no, es, Carlitos!
La tragedia es que antes que pensar en parques como bosques urbanos, los que deciden en la política solo piensan en parques temáticos. ¿Por qué no dejarle el negocio de los parques temáticos a los privados y los espacios públicos como bosques urbanos a la autoridad local, y si ésta no funciona, que el tema lo asuma el gobierno regional? ¿Por qué no pensar en que las oficinas gubernamentales sean esos espacios con grandes áreas libres y árboles, sus bosques o viveros, como lo son las Direcciones Regionales de Agricultura y de Transportes y Comunicaciones? ¿Dónde están los otrora poderosos sindicatos que se han quedado callados y sus enérgicas protestas y reclamos solo sirven para otros temas y parece que por conveniencia política se han corrido y solo protestan dentro de las cuatro paredes?
Queremos una ciudad con árboles y grandes espacios públicos. Queremos que cuando transitemos por la ciudad podamos protegernos en sus árboles de los ya peligrosos rayos solares. Queremos una ciudad embellecida con sus árboles. Queremos una ciudad en donde nos sintamos felices. (El autor es miembro de la Asociación de desarrollo ambiental, agropecuario y cultural Comunicando Bosque y Cultura-Comunicando).