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Tarapoto
viernes, junio 6, 2025
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Nuestros recuerdos

columna

La fotografía para mí se ha convertido en una profesión que no escogí. Siempre soñaba con coger las cámaras de mi padre cuando era aun niño (y antes que se las robara el MRTA en una carretera de San Martín).

Sentir todo lo que significaba el disparo. Atrapar un instante y convertirlo en eterno o por lo menos perecedero, desligado de la meteórica carrera de los días, de la mediocridad del tiempo rampante, con luz, encuadre, diafragma y velocidad. Los juegos de sombras con atardeceres mágicos, en esa hora en la que pareciera pintarse todo de naranja.
Allí están esas fotografías en blanco y negro, contándonoslo que fue la historia de San Martín. El rostro de sus calles, aun insignificantes, aun cuando estábamos en un pueblo de 3000 habitantes.
No me imagino lo que signifiquen para el futuro las fotos que hoy tomo. Por ejemplo, qué será de esa linda playa de arena de Shapaja sobre la que caminaban caballos libres. Seguramente de acá a 20 años, no estarán ya los caballos, tal como ha sucedido en otros pueblos, como mi Morales, en donde hasta 20 años, todos mis vecinos se desplazaban en estos bellos animales.

Recordaremos seguramente con nostalgia estos tiempos de Tarapoto, cuando era tranquilo y pacífico y ojalá digamos “cuando Tarapoto era desordenado”, mirando hacia el pasado.
Ese placer de ver fotos viejas encandila a quien hace fotografía. El placer de ver uno de sus momentos guardados en el tesoro del papel o del formato digital. No cabe duda que esta profesión es de lo más gratificantes.

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