Las personas se sienten renovadas, como si en el interno hubo afinamiento y exhaustivo mantenimiento, con ganas de empezar de nuevo, rebosantes de energía, con radiante alegría, es un nuevo año, que se presenta con 365 páginas prístinas, en blanco, en donde hay que escribir nuestra propia historia, de plasmar la generosa y gran persona humana que cada uno es. Esta es una gran oportunidad, de brillar con la luz propia que cada ser fue creado. En la fiesta navideña todos hemos dado a conocer las agallas que tenemos para perdonar a todos a quienes ofendimos en alguna oportunidad, voluntaria o involuntariamente, sintiéndonos libres como el viento, ligeros como la cálida humareda, para engranarnos socialmente con el prójimo. Sintiéndonos así de libres, de ancha sonrisa, nos encontramos con las capacidades intelectuales disponibles de generar riquezas materiales y mentales; también nos sentimos aptos con las capacidades espirituales de amar a más no poder a todos los seres humanos que nos rodean, amar también a la naturaleza plena, que es el sostén que nos da la vida. Con el reciente nacimiento de Jesús en nuestro pesebre corazón, tenemos suficientes argumentos para sentirnos fortalecidos y alegres, disponibles a emprender nuevos proyectos, ejecutar tareas positivas. ¿Cómo no sentirnos personas renovadas con tantas maravillas experimentadas en estos últimos días? En realidad, ahora somos otras personas, con energías espirituales electrizantes, cargadas de amor, exentas de odio, de venganza. Las personas que tenemos como familias y amigas, realmente son súper maravillosas, únicas, que están en el planeta para disfrutar de nuestra vida, extasiarse de la buena persona que somos ¿podrá haber más maravilla? ¿Por qué no mostrar a la familia y a los amigos nuestras positivas características humanas? Claro que somos capaces. Ahora, con las pilas bien cargadas, resaltan las buenas aptitudes humanas, de bondad, de amor, de sonrisa, de caridad, de ayuda. “Si no vivimos para servir, no servimos para vivir” dice alguien en extrema disertación. Este es un nuevo año, un año lleno de esperanza, otra oportunidad que el Señor no da para demostrar al mundo antero de la buena persona que somos cada uno de nosotros. Saquemos a relucir nuestra bondad humana, reprimiendo las esporádicas emergencias de maldad que tenemos de manera natural, porque la bondad es magnánima, inmensa, en comparación a su par negativa ¿por qué algunos hacemos lo contrario? No, somos personas buenas, somos hijos predilectos de Dios; y digamos a viva voz, al mundo entero, la bondad que inunda nuestro ser, porque el Señor así nos ha creado, criaturas a su semejanza, llenas de bondad. No reprimamos nuestras ganas de gritar que todos somos personas de un mismo Padre Dios, por eso somos hermanos de amor y en este nuevo años vamos a demostrarlo con todo fervor.