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jueves, diciembre 5, 2024
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Oporto

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El lunes 28 de marzo de este año, en compañía de Eunice, mi esposa, viajamos a Portugal. Como de costumbre, nos desplazamos juntos, por eso mi concuñado Juan Pablo Sangama Torres (marido-por el momento- de mi cuñada Ruth) me dice que soy un mujeriego de primera…porque siempre voy a todos lados con mi mujer. Tomamos el avión en el aeropuerto de Estrasburgo y aterrizamos en Oporto.

Durante el trayecto fui leyendo un libro del premio Nobel de Literatura de 2008, el francés Jean-Marie Gustave Le Clézio, Ritournelle de la faim (Ritornelo del hambre); casi termino la obrita en la ida, pero dejé algunas páginas para la vuelta.

Cada vez que escucho Oporto, me viene a la mente el nombre de Teófilo Juan Cubillas Arizaga, más conocido como Teófilo Cubillas. Gran y recordado futbolista peruano; como soy hincha acérrimo de Universitario de Deportes, me daba pena que jugara por el Alianza Lima…así es la vida, pero eso es historia antigua. Lo bueno es que nació un 8 de marzo (como yo) pero en 1949, yo muchos años después. Pues bien, el Nene Cubillas llegó en 1974 a Portugal y jugó en FC Porto, fue el capitán de ese equipo debido a sus calidades y cualidades innatas, llegando a marcar 65 goles…siendo, indudablemente, el héroe y el ídolo indiscutible de los hinchas de este club de Oporto durante su estadía portuguesa. A César, lo que es de César.

En el hotel donde estábamos alojados, Pão de Açúcar (Pan de azúcar), que se encuentra ubicado en pleno centro histórico de esta bella ciudad portuguesa, la gente que trabaja en ese aposento turístico se acordaba de Teófilo Cubillas, de manera nítida, como si fuera ayer.

Quisiera decirles que Oporto es la segunda ciudad más grande después de Lisboa (la capital lusitánica). Hemos podido comprobar que la gente ha sabido y ha podido conservar sus tradiciones a pesar de los cambios modernos. Por ejemplo: el metro (o metro ligero de Oporto) se empezó a construir en 1990 y se terminó en 2002. La presencia del metro (modernidad) se inscribe en el paisaje auténtico y tradicional de la ciudad.

Visitamos varios lugares históricos, como la iglesia y la Torre de los Clérigos, el puente Dom Luiz I, la casa da Música, la Catedral de Oporto, el Palacio de Cristal, la iglesia Saõ Francisco, la estación de tren Saõ Bento, el mercado de Bolhaõ…y lo hicimos caminando, como debe hacerse. Al final de la jornada, mi señora y yo estábamos muy cansados que después de la cena, nos dirigíamos a paso ligero hacia nuestro hotel, para caer en brazos de Morfeo.

No les cuento lo que comimos (para no castigarles moralmente), pero cada vez que ingerimos lo presentado fue una delicia inimaginable e imperecedera. Unos platos típicos sabrosísimos, como para chuparse los dedos; eso si, acompañados siempre con un buen vino de la región…por supuesto.

A todos mis amigos (que son muchos) y a mis enemigos (que personalmente creo que no tengo) les recomiendo que visiten Oporto. Aprovechamos también para conocer Coimbra, otra ciudad de mucha importancia histórica. Así que Bonny y Johnny (Juan Pablo) Mori, ya están advertidos: les esperamos. La invitación es también para Juan Carlos Chong, Vitín Saldaña, Hugo Vásquez y Fernando Lavi (en Moyobamba) y otros tantos más. Y cuando se esté en Portugal, no olvidarse de comprar una botellita de Porto, y beber con moderación…¿No es cierto Julio Quevedo, hijo?

A la vuelta, en el avión que nos traía de retorno a casa, leí lo que me quedaba del libro de Le Clézio.

Pedro Emilio Torrejón Sánchez.

Abril 2016.

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