Pablo Neruda (Chile. 12-07-1904, 23-09-1973), su nombre real Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, Premio Nobel de literatura en 1971. Fue elegido senador en 1945, y en 1970 declinó su precandidatura presidencial en favor de Salvador Allende. Publicó en 1974 sus memorias con el título Confieso que he vivido. Aquí un extracto del libro.
El bosque chileno
Se hunden los pies en el follaje muerto, un pájaro de la selva fría cruza, aletea, se detiene entre los sombríos ramajes. Es un mundo vertical; una nación de pájaros, una muchedumbre de hojas.
Un tronco podrido
Un tronco podrido: ¡qué tesoro!… Hongos negros y azules le han dado orejas, rojas plantas parásitas lo han colmado de rubíes, otras plantas perezosas le han prestado sus barbas y brota, veloz, una culebra desde sus entrañas podridas, como una emanación, como que al tronco muerto se le escapara el alma.
Vuela una mariposa como un limón
Vuela una mariposa pura como un limón, danzando entre el agua y la luz. En un temblor de hojas atravesó el silencio la velocidad de un zorro, pero el silencio es la ley de estos follajes. El universo vegetal susurra hasta que una tempestad ponga en acción toda la música terrestre. De aquellas tierras, de aquel barro, de aquel silencio, he salido yo a andar, a cantar por el mundo.
El misterioso mar
Algún acordeón, lanzaba su lamento romántico, su incitación al amor. No hay nada más invasivo para un corazón de quince años que una navegación por un río ancho y desconocido, entre riberas montañosas, en el camino del misterioso mar. Cuando estuve por primera vez frente al océano quedé sobrecogido. Allí entre dos grandes cerros (el Huilque y el Maule) se desarrollaba la furia del mar. No solo eran las inmensas olas nevadas que se levantaban a muchos metros sobre nuestras cabezas, sino un estruendo de corazón colosal, la palpitación del universo.
La naturaleza embriagadora
La naturaleza me daba una especie de embriaguez. Me atraían los pájaros, los huevos de perdiz, los escarabajos. Era milagroso encontrarlos en las quebradas, empavonados, oscuros y relucientes, con un color parecido al cañón de una escopeta. Me asombraba la perfección de los insectos. Recogía las “madres de la culebra”. Con este nombre extravagante se designa al mayor coleóptero, negro, bruñido y fuerte. Estremece verlo de pronto en los troncos, pero yo sabía qué tan fuerte es, que podía pararme con mis pies sobre él y no se rompería. Con su gran dureza defensiva no necesitaba veneno.
En mi patria, nací a la poesía y a la lluvia
En esta mi patria, nací a la vida, a la tierra, a la poesía y a la lluvia. Esta lluvia fría del sur de América no tiene las rachas impulsivas de la lluvia caliente que cae como un látigo y pasa dejando el cielo azul. Por el contrario, la lluvia austral tiene paciencia y continúa, sin término, cayendo desde el cielo gris.
Fuente consultada.
Neruda, Pablo. Confieso que he vivido, Editorial Oveja Negra. Colombia. 1974



