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martes, diciembre 10, 2024
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El país depende de números

Ver caminar a un grupo de congresistas por la calle para ir a “juzgar” al presidente es un espectáculo por demás calamitoso, extremadamente ridículo, lamentablemente vergonzoso. La población no entiende cómo ese gaseoso poder parlamentario obnubila las enanas mentes de éstos elegidos representantes, que no se dan por enterados que son asqueados de la amplia mayoría de la gente por sus propios actos. Llegar en poco tiempo a alrededor del diez por ciento de aceptación, significa tomar en serio su catastrófico trabajo y poner en alerta roja su pésimo comportamiento; sin embargo, ellos siguen obcecados en su afán de alardear de su efímero poder. ¿Dónde están los asesores? ¿Acaso los oídos los han sido taponados?

¿Y quiénes son estos angelitos juzgadores que quieren vacar a un presidente que fue elegido por la mayoría de pobladores votantes del país? Se supone en raciocinio normal, que quien pretende juzgar, muestra impecables antecedentes de vida. ¿Los congresistas reúnen éstas características? ¿Quién no sabe que los propulsores de éste acto tienen relucientes largas colas? Cuidado que el fuego de la verdad quema; y quema bien, desde las entrañas de la mentira, desde las profundidades de la conocida corrupción. Se conoce que la ambición humana no tiene límites. Antes de Jesucristo, en Grecia, la ambición era por la sabiduría, había serias disputas en deslumbrar los mejores y nuevos conocimientos. Después, En los momentos de Jesucristo, la ambición era por la demostración de poder del ejército romano y su conquista por más pueblos; entonces, no podría haber otro rey que el de Roma, por tanto el Rey de Reyes, que no ambicionaba nada material, no podría interferir, por eso la macabra decisión de ejecutarlo de la manera más cruel. En tiempos del saqueo de los españoles al Tahuantinsuyo, la ambición era el oro, la plata, para variar, solo cosas materiales, por lo que se ha destruido un imperio, matando a miles y miles de personas y saqueado hermosas edificaciones portentosas. Ahora, el saqueo del país, ya no es por los españoles, sino por los propios peruanos que llegan al poder, aunque algunos con rasgos extranjeros como amarillos y gringos; también por propios autóctonos que criaban chanchitos; por militares que obedecen todo a su princesa, y politólogos que hablan maldades hasta por los codos.

En realidad, ninguno de ellos, extranjeros amarillos ni gringos, ni malos autóctonos, alcanzaron al poder del pueblo con la firme convicción de trabajar por el desarrollo del país, sino pensando en saquearlo a cuanto más puedan. De manera, que ¿somos libres?; libres de qué. Simplemente no somos libres, porque nuestra ambición dineraria y de poder nos tiene atados a nuestros egoísmos humanos tontos. ¿Qué hace el uno con veinte millones en diferentes cuentas bancarias? ¿Qué hace el otro que envió a su reina en el avión presidencial a otro país a seguir haciendo sus “negocios” turbios? ¿Cómo se encuentra el que mandó fusilar a presos del frontón, que mandó masacrar a nativos porque no estaban de acuerdo con normas legales atentatorias contra la naturaleza? ¿Cómo se encuentra la otra persona que ordenó a sus “dirigentes” que reciban los millones de dólares de una empresa corrupta para que haga voluptuosa campaña con helicópteros, buses, repartiendo tapers de víveres? Se supone, que todos estos ambiciosos sujetos se encuentran “felices” con los millones de dólares recibidos de esa empresa corrupta, a contra parte de darle inmensas obras, que dicho sea de paso, obras mal hechas e inconclusas. Que quede bien claro, ese dinero de coima entregado al candidato, ésta empresa no solo recuperó, sino ganó n cantidad de veces más; porque ahí venían los famosos adicionales. Si una obra costaba noventa millones (Monto muy inflado), al final, la empresa coimera cobraba ciento treinta o ciento cincuenta millones ¿Qué son diez millones de coima en comparación a cuarenta o cincuenta millones líquidos ganados, del dinero del pueblo? Porque debe constar que las obras sencillamente fueron mal hechas ¿Cómo se explica entonces que en pocos años ahora no sirven para nada? Es decir, se entregó dinero a la empresa coimera de manera fácil, dinero que en su totalidad pertenecía al pueblo.

Muchos de los actuales juzgadores tienen estos antecedentes, abiertamente conocidos por las poblaciones ¿Cómo se explican las mansiones (y no casas) donde viven, de un momento a otro? ¿Seguimos pues hasta ahora metidos en el mundo del narcotráfico? ¿Cómo se explican las mansiones adquiridas en los distritos más caros de la capital? Claro, ahora se coloca al país en un supuesto simple juego de números de votos ¿de quiénes? ¿Estas personas tienen la suficiente autoridad moral para poner en vilo al país solo por satisfacer sus caprichos coimeros? ¿Dónde queda la voluntad mayoritaria de la población expresada en la votación universal? ¿Valen más los votos de una centena de malas personas que los votos de millones de personas? ¿El futuro del país depende de números fríos, de votos espurios, de quienes carecen de autoridad moral, de quienes son repudiados por la amplia mayoría de la población? Dios es grande y poderoso, es el único que vislumbrará nuestro destino, tengamos fé.

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