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miércoles, enero 15, 2025
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Una paradita con final feliz

“Qué rica que está, mira ese trasero”, “Que hombre para más guapo, no como ese cholo”, “Ella tiene una carita de ángel, no como la serrana esa”, estas son una de las tantas expresiones de hombres y mujeres que se deslumbran ante la presencia de extranjeros y menosprecian a la mujer y hombre peruano. Sí, así estamos, más peruanísimos que nunca, pintados de rojo y blanco, abanderados y esperando con ansias el feriado por fiestas patrias.

Perú, país en donde ser cholo y serrano es ser ignorante y asqueroso. Donde la mujer de la selva es sinónimo de fácil. Donde ser blanco y ser “pituco” te da el derecho de denigrar al resto. Un país donde se aprende inglés en vez del quechua. Un país en donde prefieres quemarte el pelo con litros de oxigenta con tal de quedar gringa. Una patria en donde prefieren bailar reguetón que un huayno. Un país donde sientes compasión por una veneca y tienes total indiferencia por una mujer en pollera muriéndose de frío en la sierra. Si esto te indigna, sí amas al Perú.

Hace 198 años el Perú se ha independizado, rompió las cadenas y gritó libertad ¿Pero qué ha cambiado? No mucho, porque las cadenas de la explotación siguen, solo por citar un ejemplo, recuerdo al joven que murió calcinado en una galería en el centro de Lima, en donde trabajaba encerrado dentro de una habitación, habitación de la que no pudo salir en el momento de un voraz incendio y quedó reducido a cenizas, como si su vida no importará nada en un país donde el dinero mueve todo, personas, familias, empresas y todo un Estado.

Somos un país tan rico, que a la vuelta de la esquina asesinan por robar un celular, entran a tu casa, violan a tu hija y se llevan todo. Mueren ancianos, niños y jóvenes al ser envestidos por vehículos conducidos por irresponsables en estado de ebriedad. El Perú es único en el mundo, a diario asesinan mujeres asfixiándolas, quemándolas, cortándolas en pedazos, a martillazos o de un solo plomazo. En esta sociedad que vivimos, las niñas y niños son violados en sus casas y por sus familiares. En este país a diario pasan escenas de las más espeluznantes películas de terror y nadie hace nada.

¿Amamos al Perú? No seamos hipócritas, no se ama un país dos días al año. Colgar una bandera o ponerte una escarapela no te hace buen ciudadano. No seamos doble moral diciendo que amamos al Perú, cuando lo único que en realidad importa, son los días feriados que dan en este mes. No amamos al Perú, porque simplemente nuestro comportamiento dice todo lo contrario, a diario damos y recibimos coima, pasamos la luz en rojo, tiramos la basura en la calle, contaminamos por donde vamos, fomentamos el odio, practicamos la mentira, insultamos a la vida y todavía tenemos el descaro de recriminar y echar la culpa de todo a nuestras autoridades, cuando nosotros no somos capaces de ser buenos ciudadanos.

“Yo amo a mi Perú” dicen por ahí y sin embargo, siguen pensando que todo lo que viene de fuera es mejor, el profesional, la comida, la ropa, las canciones, las bebidas y hasta el amor, hoy tenemos peruanos y peruanas de exportación, quienes ya encontraron el amor y “quieren mejorar su raza” con algún “vineco” o “vineca”.

La independencia no solo son las clásicas paradas militares, patriotismo no solo es la escarapela en el pecho y la bandera en las casas. Parece que aún no entendemos que la independencia no se dio por las puras. Ese grito de libertad no fue por las puras, la independencia nos debe dar ese empuje para denunciar a ese mal funcionario, a esa norma injusta, a ese impuesto excesivo y nos debe dar agallas para luchar contra el abuso de poder. El país necesita un cambio inmediato, ese cambio que empieza desde casa, desde el trabajo y desde la calle misma.

Cuando aprendamos a respetar el lugar donde vivimos, aprenderemos a respetar al resto y solo ahí, seremos conscientes que no todo es pedir, sino también tenemos que dar lo mejor de nosotros y por supuesto, ser buenos ciudadanos.

Por esto y más, ya no quiero más paraditas militares disfrazadas, yo quiero una buena paradita, pero la que viene con un final feliz, de ese que te gusta mucho.

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