Los burócratas del Estado Peruano, en su mayoría, siguen siendo anti empresa y no entienden que, sin inversión privada, trabajo y por lo tanto consumo, ni siquiera sus salarios como funcionarios del Estado se podrían pagar.

Es muy fácil ser optimista, estar tranquilo, no preocuparte mucho, cuando a fin de mes, pase lo que pase, se caiga el país a pedazos, ocurran decenas de protestas o bloqueos, tu sueldo sí o sí llega a tu cuenta desde las benditas “Arcas del Estado”.

Por eso, desde hace ya varios años, en promedio, un funcionario público gana más (aunque no lo crean y sin producir una pizca de riqueza) que un trabajador del sector privado (Asociación de Contribuyentes, 2021). Además, a los funcionarios públicos nunca los escucharán decir que las cosas van mal, quejarse de la economía, o preocuparse por los problemas políticos. Al contrario, no pueden decir nada en contra del Estado porque de él ganan, viven, gozan y vuelven a ganar, vivir y gozar.

Nos estamos acostumbrando a mantener a cientos de miles de funcionarios con nuestro dinero, el dinero de los contribuyentes, sin ya quejarnos o cuestionarlo, aunque no hagan nada para que nosotros los contribuyentes seamos más prósperos y ricos.

Si el Estado no promueve la inversión privada, a la larga ni sus sueldos podrán pagar. La inversión total de un país se compone de dos elementos: la inversión pública y la inversión privada, y adivinen cuál es la participación de estas inversiones en el total. La inversión privada representa el 80% mientras que la inversión pública (que también viene del dinero del sector privado, de sus impuestos) solo representa el 20%.

A este dato hay que sumarle que del 100% del presupuesto del Estado Peruano prácticamente 7 de cada 10 soles se dedica a “gasto corriente”, es decir a sueldos, administrativos, servicios de mantenimiento del mismo Estado, entre otros.

Pero la realidad es otra. Este año la parálisis continúa y si bien es cierto, ya no tenemos un presidente con 12 carpetas fiscales y un golpe de Estado en la espalda, lo que tenemos es una presidenta incapaz de promover una cultura de agilidad, eficiencia, inversión y generación de riqueza desde Palacio de Gobierno. Y esto es gravísimo.

A junio 2023, la Contraloría reportó la existencia de 1,826 obra paralizadas en los tres niveles de gobierno por un monto de inversión mayor a los S/ 24 mil millones. La Libertad es la región con el monto en soles más alto paralizado S/ 4,460 millones representando el 18.5% del total de monto paralizado.

Por nivel de gobierno, el mayor número de obras paralizadas corresponde a los gobiernos locales con 1,344 obras por S/ 5 mil 991 millones, seguido de entidades pertenecientes al Gobierno Nacional con 284 obras con una inversión de S/ 9 mil 627 millones; en tanto que las entidades a nivel de Gobierno Regional cuentan con 198 obras, cuyo monto de inversión asciende a S/ 8 mil 472 millones.

Con la inversión privada la situación es peor. Un reciente pronóstico realizado por el Instituto Peruano de Economía – IPE calcula que la inversión privada experimentaría una disminución del 7.5% al cierre del 2023, el doble de lo que se había estimado a finales de 2022. La disminución de la inversión al concluir el año 2023 estaría entre los resultados más negativos de los últimos 20 años, solo superada por las situaciones ocurridas durante la crisis financiera mundial de 2009 y la pandemia de 2020.

En conclusión: sin inversión privada no hay trabajo, no hay paz, estabilidad, no hay consumo, no hay ahorro, no hay formalidad y no hay impuestos. Sin inversión pública no hay contrataciones, no hay empleo, no hay servicios, no hay infraestructura para generar más riqueza. Si nuestros burócratas, ministros, viceministros, directores y gobernadores regionales y locales, NO ENTIENDEN ESTO, entonces es posible afirmar que hoy nos gobiernan los peores, porque nos están haciendo el peor daño que nos pueden hacer: condenarnos a la pobrezaFuente: Asociación de Contribuyentes del Perú – El Vigilante –