Ya tenemos Papa y eso no parará la olla, por más argentino que sea. Y su elección ha traído alegría al pueblo católico y en muchos, disconformidad, sobre todo en los periodistas argentinos que han empezado a denunciar el vínculo de Jorge Bergoglio con las dictaduras argentinas.
Que una autoridad eclesiástica tenga un pasado oscuro, siempre será motivo para la polémica. El vínculo del anterior Papa con los nazis fue siempre una piedra en el zapato de Benedicto y ahora esa posición dubitativa que tuvo el argentino con los dictadores, será siempre una razón para la crítica.
Y el Papa ya tuvo encontrones con el poder, cuando era el titular del episcopado en el país gaucho, sino basta recordar su mala relación con el presidente Néstor Kirchner, quién no asistió a la misa tedeum y el Arzobispado suspendió la ceremonia y anunció que no existía más una relación entre la Iglesia y el gobierno de ese entonces.
Kirchner le respondió con una ametralladora de palabras: “Nuestro Dios es de todos, pero cuidado que el diablo también llega a todos, a los que usamos pantalones y a los que usan sotanas”. Ahora veremos qué dice doña Cristina, aunque a muchos argentinos les interesa por ahora que el Papa sea hincha a morir de los cuervos de San Lorenzo.
A propósito de fútbol, ayer nos enteramos que el mandamás de Unión Comercio, don Fredesgundo Chávez, ha vuelto a pedir al goleador de su equipo Ronal “el bolo” Céliz, después de haberlo maltratado sistemáticamente y ante las derrotas y empates consecutivas del equipo rojo que se encuentra en los últimos lugares de la tabla.
La hinchada sanmartinense está feliz con el retorno del “Bolo”, por la fuerza y la garra que le pone a cada compromiso y que ha sido capaz de denunciar toda la argolla que hubo el año pasado cuando estuvieron bajo el mando del técnico Viera. Ojalá que los sanmartinenses tengan la oportunidad de jugar, sin pagar a quienes todos saben, y demostrar su capacidad para el fútbol. A ganarle al Aurich este fin de semana.
Y lo asaltos continúan y los jefes de la policía no se van, nadie defiende al ciudadano que sufre de estos delitos y nunca recupera lo robado. Los delincuentes ya nos ganaron la batalla en San Martín. Los ronderos quieren colaborar y las autoridades, como el de Soritor, no les toman en cuenta para nada. El poblador se pregunta ¿Y si son los mismos policías quienes integran las bandas delictivas? ¿Y la gasolina se la llevan los oficiales de mayor grado? Hasta cuándo carajo, hasta cuándo, si ya tenemos Papa.