“¡Oh Perú, tan lleno de metal y melancolía!”, es el verso de Federico García Lorca, que el poeta Washington Delgado cita en su libro “Perú, país eterno”, como radiografía de un país espeluznantemente rico y con la pobreza y miseria de su vida cotidiana. Pero, ¿a quién culpar? Pues, a los que realmente gobiernan y a los mismos gobernados. Tal vez los verdaderamente culpables seamos los gobernados, que nos negamos a aceptar la verdad y la realidad de los hechos. Y traigo nuevamente a colación la cita a Doug Larson: “La democracia es el único sistema político que permite a la gente elegir a sus propios sinvergüenzas”.
En los años ochenta del siglo pasado me llamaba la atención la placa metálica con la inscripción MORILLAS que llevaban en la carrocería casi todos los buses que circulaban en el país. Décadas después me enteré que era el trabajo de una empresa nacional asentada en Trujillo y que se convertiría en un modelo de negocio, por la forma en que se dirigió esta organización. Pero, en el Perú, lo primero que hacemos es destruir los emprendimientos que amenazan los intereses de los que verdaderamente cortan el jamón, aunque no estén en el gobierno (pero donde están desde siempre).
Se ha escrito mucho sobre el diagnóstico de nuestro país. Y quiero mencionar autores: José Carlos Mariátegui, Víctor Raúl Haya de la Torre (el de sus primeros años), Francisco Durand, Julio Cotler, Alberto Flores Galindo, entre otros, quienes estudiaron a nuestro país dentro de sus respectivos campos profesionales. Sin embargo, la situación y tragedia del país que vivimos y lo sentimos en el día a día nos describe Pedro Morillas Torres (Trujillo, 1940) en tres libros fundamentales que no son sino el testimonio de la cruda realidad de un país que se sume en su propia tragedia del que se niega a salir porque, simplemente, ya es parte de nuestra cultura. O sea, el ver, sufrir, que nos manipulen y mientan, hacernos los locos y que la vida continúe, porque el que protesta es un antisistema y enemigo del progreso.
Los libros “País combi”, “Impunidad S.A.” y “Sicarios económicos –Los poderes ocultos que corrompen el mundo”, de Pedro Morillas, nos describen con pedagogía cómo estos poderes –en el caso del Perú, ya no ocultos—dirigen los procesos bajo el aparente manto democrático que terminan copando las instituciones para ponerlos a su servicio, acompañado de una estrategia manipuladora que le hace creer a la gente que los intereses de ese poder oculto son sus propios intereses. No lo dice Morillas: lo que esos poderes ocultos se proponen es debilitar el Estado para que no tenga poder de imponer las reglas y solo un rol subsidiario.
Los libros de Pedro Morillas deben leerse juntos. En esos trabajos no se recusa el sistema, sino sus métodos. Denuncia la cultura de la mediocridad y nuestros males cotidianos, todos ellos que “tienen sinergia” –nos dice–. Siendo así, sería casi imposible encontrar una solución en el corto plazo. Por lo tanto, recomiendo leer los libros mencionados para conocernos mejor y buscar una solución de nuestro drama, en donde los políticos “chaveteros” son nuestros mayores enemigos. (Comunicando Bosque y Cultura).