columna

Los niveles de violencia que se viven en San Martín ya han llegado a un extremo. Si es que alguien es capaz de matar al fiscal superior, estamos frente a un sicópata que podría actuar de forma brutal si es que alguien se cruza en su camino.

Y esa son la clase de delincuentes que nos tienen que preocupar, pues ponen en serio riesgo la institucionalidad en San Martín. Por esa razón, debe investigarse a fondo quién está detrás de este horrendo crimen y una ve determinada la responsabilidad, acabar con esa amenaza con todos los medios que se encuentren a mano.

Lamentablemente, cada vez más Moyobamba es sacudida por situaciones de esta magnitud. Ya el asesinato de un fiscal es algo que rebaza los límites de lo surreal. Es un aviso de hacia dónde vamos y en qué nos convertimos. Es la demostración de un viceral desafío a la autoridad. Se trata de personajes que no dudan a la hora de apretar el gatillo y serían capaces de disparar hasta a jueces para frenarlos en sus propósitos de impartir justicia y siendo humanos, muchos administradores de justicia podrían flaquear y convertirse en cómplices del crimen y llevarnos a un callejón sin salida, en donde la única institucionalidad existente, sea la instaurada por los delincuentes a sangre y plomo.

Desde este diario hacemos un llamado a los correctos administradores de justicia, para que no se dejen intimidar por situaciones como la que se ha presentado y así logremos salir airosos de la vorágine de violencia que cada día se ensaña más con nuestras ciudades.

Enviamos nuestras más sentidas condolencias a los miembros del Ministerio Público y hacemos nuestros votos para que este crimen se esclarezca.