El padre llega a casa ebrio, la esposa tiembla y el hijo se esconde bajo la cama. El jefe del hogar ebrio está fuera de sus cabales, con los sentidos naturales anormales, provoca desconfianza y miedo en los integrantes del hogar. Pasan los años y el hijo ya tiene mayor edad y peso similar al progenitor, es entonces cuando el hijo le enfrenta y se pone en guardia dispuesto a emprender pelea. ¿Padre e hijo en franca pelea pugilística? Este es el panorama real de millones de familias, en donde el “jefe del hogar” pierde autoridad, porque por culpa de la ingesta excesiva de alcohol pierde el raciocinio normal y aprovechando su autoridad ha agredido física y psicológicamente a los integrantes de su propio hogar, a quienes comparte su vida diaria, a quienes dice amar con toda el alma. ¿Cómo se ha formado el hijo? Por supuesto, cargado de violencia, lleno de resentimiento, exento de afecto, sin amor paternal, sin valores básicos. ¿Qué se espera de éste hijo? En la sociedad, hay la ocurrencia inminente del encuentro de jóvenes de similares formaciones.
Este mismo panorama está sucediendo en las sociedades comunal, regional y nacional. Las autoridades cada vez están perdiendo autoridad. ¿Así está concebida la democracia, con autoridades frágiles? Pero, ¿por qué ésta pérdida de autoridad de la autoridad? Existen muchos factores. Quizás los principales son: El dinero y la formación de las mismas.
Hace algunas décadas solamente, las autoridades elegidas entregaron todo su esfuerzo y conocimiento al trabajo en beneficio de la comunidad, por convicción de servicio al pueblo, en aquellos momentos de convulsión social, cuando todo dependía de la capital, cuando el nivel regional carecía de recursos. Allí, los escasos recursos del pueblo se multiplicaban con la participación organizada de la comunidad, en jornadas planificadas. Se construían calles pavimentadas de manera conjunta entre la municipalidad y la comunidad. En la pobreza, había confianza mutua entre el pueblo y sus autoridades y juntos se planificaban y desarrollaron los trabajos de la comunidad. Por esa razón el Arquitecto Fernando Belaúnde Terry decía su frase: “El pueblo lo hizo”. ¿Qué falta para que autoridad y pueblo planifiquen y trabajen de manera conjunta, en completa armonía? La economía es importante, es parte del hogar, es parte de la comunidad. Pero, es un medio que permite realizar acciones familiares y comunales. Pero, ¿Cómo se le ocurre a una autoridad, distraer el dinero de su pueblo a su bolsillo? ¿Este hecho no es traición al pueblo que lo eligió? Si se trata de una autoridad nacional ¿no es traición a la patria? En este caso la autoridad se embriaga de poder y de ambición al dinero, entonces, pierde sus cabales y su raciocinio. Aunque parezca mentira, por la ambición de robo del dinero de su propio pueblo, se convierte desconfiable, sátrapa, enemigo del pueblo. Así, ¿la gobernabilidad será normal? Si la confianza se pierde, se produce el alejamiento de la comunidad, así como cuando el niño se esconde bajo la cama.
Los recursos económicos son los medios que permiten satisfacer algunas necesidades familiares y comunales; pero, no son del jefe del hogar solamente, son los recursos de la institución familiar, es decir de la esposa y de los hijos. No son de la autoridad política, son del pueblo, para satisfacer necesidades del pueblo, para la ejecución de plan anual comunal. ¿A quién se le ha ocurrido pensar y actuar, que estos recursos del pueblo, son de la autoridad? Mientras no se deje de pensar y actuar de esa manera, la pérdida de la autoridad será constante.
Lamentablemente, la formación personal de la autoridad tiene mucha influencia. Si la actual autoridad, es el niño que se escondió bajo la cama ante la llegada ebria del progenitor, hay altas probabilidades que el manejo de la cosa pública será llena de violencia, con grandes ausentismos de los principales valores humanos, con carencia de afecto a los integrantes de la comunidad, sobre todo, por llenar el vacío humano, procurar agenciarse de las economías de la comunidad.
En los últimos tiempos, la corrupción de los recursos del pueblo está en auge, porque la autoridad mayor es la que la propicia ante toda la comunidad. La delincuencia campea por doquier, porque es la autoridad la que delinque a vista y paciencia de todo el mundo. Los delincuentes que siguen atracando, robando, cogoteando en las calles, son los mismos que hace poco salieron de las cárceles ¿cómo salieron? ¿Por qué no salieron y ya ahora son personas honestas? La idea de ser autoridad no debe circunscribirse al dinero mal habido. La vida es tan corta que habría que pensar en el bien común, en beneficio de la comunidad, como se hacía hace algunas décadas atrás, una autoridad por convicción, de servicio a la comunidad, para que la autoridad mantenga su autoridad.