Pedro Pablo Kuczynski, llegó a ser presidente del Perú después de la segunda vuelta, un ballotage que tuvo un resultado mínimo y terminó con una polarización marcada entre fuerzas políticas.
En mi opinión, el partido de Peruanos Por el Kambio fue una máquina electoral, tenían al jinete, solo faltaba conseguir el caballo. Y así fue que con tan poco tiempo de vida institucional logró albergar a muchos políticos de diferentes tiendas, la mayoría de ellos candidatos al Congreso de la República, líderes regionales y muchos que ahora se han retirado por diversas razones que hoy no toca analizar.
Durante este tiempo el gobierno viene sintiendo el resultado del manejo de su política en relación al congreso y con otras instituciones intermedias. Mucho hubo que cambiar, muchas intervenciones del presidente debían de ser rectificadas y traducidas por sus voceros, recordemos el “No me preocupa que haya un poquito de contrabando” o “Hay que atraer a algunos congresistas fujimoristas” o intervenciones de sus integrantes de bancada como la última de Guido Lombardi “A ver si se atreven esos ganapanes a perder su quincena”.
Sumado a ello, la oposición debilitó sus flancos, Mariano Gonzales, Jaime Saavedra, Martín Vizcarra y ahora la complicada situación de Alfredo Thorne nos lleva a percibir que no estaríamos ni siquiera llegando al primer año de gobierno, no por la cantidad de ministros censurados, sino por lo que representaban – podemos exceptuar a Mariano Gonzales – en la esencia ideológica y política en el marco de gobierno de PPK.
PPK necesita en conjunto con sus operadores, bajar el tono, afianzarse con instituciones intermedias y trabajar por cuerdas separadas en muchas materias políticas.
PPK tiene talento para consensuar, tiene oficio de articular y por el bien del Perú es necesario que haga, hoy más que nunca, luces de este atributo y no esperanzarse en lograr un buen resultado en las elecciones regionales y municipales del 2018 que a sabiendas de todos trataría de sumar fuerzas y bajarle el ritmo a la oposición en el Parlamento.
Hace falta, además, un cambio en el gabinete, dejando aquel mito de gobierno de lujo y pasar a tener políticos de polendas que sean capaces de tender puentes, que sepan de políticas públicas y que salvaguarden nuestro ciclo democrático por el bien de todos los peruanos.