Los wichís, una comunidad nativa del duro Chaco argentino, son más cercanos al concepto de la paz y el amor que cualquier pretendido de los 70.
Viven en la región más pobre que pueda imaginar, en medio del desértico bosque seco, en donde llueve hasta en tres ocasiones en todo un año, sin embargo, con ausencia de medicinas y atención básica para sus más básicas necesidades, se las arreglan con su forma particular de ser.
Los wichís, utilizan la certera medicina del amor para todo. El amor traducido en masajes que equilibran las emociones y los dolores corporales, específicos y en manos de todos.
Así, si un wichí está deprimido, otro que es feliz, le frotará la cabeza, el corazón, el hígado, aliviándolo de los malos pensamientos y trasladando a través de las manos esas sensaciones de angustia, pena y dolor espíritual. Así todo se equilibra, compartiendo dolores del alma.
Si el dolor pertenece a la parte física, obran igual. Si una mujer tiene dolores menstruales, será satisfecha por otra que no los tiene y se equilibrará de esta manera su energía… y así con todo dolor. Si es certera esta medicina, es difícil conocerlo, pero sí que ha ayudado que en medio del Chaco, una de las regiones más duras de Latinoamérica, los wichís hayan sobrevivido con felicidad.