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Estación de flores de colores donde florece la pasión. Las sábanas de la cama se quedan alborotadas, la ropa olvidada, el amor recostado y los orgasmos impregnados. Con la llegada de la primavera no solo las plantas florecen, sino también nuestro deseo se calienta por el sol.

Esta época me recuerda que en la vida lo que muere puede renacer, que siempre hay la posibilidad de un nuevo comienzo y que nada termina para siempre. Con la primavera mis deseos por lanzarme a la aventura aparecen y es que el calendario y el reloj me avisan que ha pasado un año más. 27 motivos para ser feliz.

De repente te das cuenta que la vida es más que las locuras de juventud, la belleza de los “años mozos” o la ingenuidad del primer amor. Supongo que, debería sentirme contenta porque cumpliré años. Antes, cuando era una chiquilla me moría de emoción, por los regalos, el pastel, la fiesta, pero… uno crece y todo cambia.

Esperaba haber roto más reglas y conocido más lugares. Y sucede que, nada así me ha sucedido. Cumpliré 27 años y jamás he saltado en paracaídas, no he realizado alpinismo, no corrí alguna ola haciendo surf, no me he perdido en un velero navegando en el mar, no he hecho el amor en una cascada y no sentí la adrenalina de estar dentro de un auto de carreras. He preferido leer libros hasta extasiarme, descubrir tanta música que mis oídos puedan escuchar, he recibido tantos besos de él como la distancia ha permitido y sobre todo, he escrito tanto como yo he querido.

Hice muchas idioteces en mi vida y eso es una suerte. La realidad puede muchas veces resultar mejor que la fantasía. Pero, te das cuenta que ya no tienes 21, cuando algunas cosas han cambiado, como por ejemplo:

1. Esas juergas que empiezan el jueves y duran 3 días, son una realidad de la que empezarás a despedirte, dado que ahora te emborrachas con un pisco sour y te da sueño a medianoche. Lo único que sí dura 3 días, es la resaca.

2. El facebook se convirtió en desfile de bebes y fotos de matrimonios. Al principio las odiarás, de ahí pasarás por la fase de “me voy a morir sola y me encontrarán frente a mi laptop tratando de photoshopearme un vestido de bodas” y de ahí, harás paces con el asunto.

3. El mejor plan del fin de semana, se reduce a disfrutar de un maratón de películas, comer y dormir siestas que se asemejen a un coma.

4. Te baja por lo menos una crisis existencial al mes, donde dudas absolutamente de todas las decisiones que has tomado en tu vida, desde tu carrera hasta el haber comprado papel higiénico doble hoja.

5. Entiendes que no hay amor más grande, que ese que no se espanta al conocerte en pijama y con el maquillaje de la noche anterior.

6. Atrás quedaron los berrinches de niña tonta, pues ahora hay cosas más importantes por qué hacer un lío, como por ejemplo, quedarse sin un sol a fin de mes.

7. Te entusiasma la presencia de comida rica en las reuniones.
8. Tu grupo de amigos no es gigante, uno porque los años te han permitido descubrir a las personas que realmente valen la pena y dos, porque te da un huevo de flojera conocer gente nueva.

9. Hay gente que no soportas, hay gente que no te soporta. El mundo sigue.

10. Tu sueldo es como el floro que te meten los patas en la discoteca, como concepto suena súper bien, pero a la hora de la hora, no vale nada.
11. La cantidad de cajeras de supermercado que se refieren a ti como “señora” empieza a incrementarse, incentivadas tal vez, por tu insistencia en ir sin maquillaje y con media pijama a comprar.

12. La pregunta: ¿En qué carajo me gasté 100 soles? empieza a hacerse recurrente.

Es en este momento que recuerdas la frase de Pablo Neruda: “Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera.” Te recoges el cabello, te pones un par de tacones y la minifalda olvidada en el armario. Sigues teniendo esa rica sensación de que lo bueno está aún por comenzar.
Solo quiero apagar las velas de mi pastel de cumpleaños, pedir un deseo, besar a mi madre y ¿por qué no? también darle un beso a él.

Si la primavera la sangre altera, en verano ¡Ni te cuento!