Por Edy Tirado.
La pandemia llegó como contención a 30 años de neoliberalismo, 30 años de satanización del rol Estado por los ideólogos de este sistema político, económico e ideológico.
Llegó el virus y como por arte de magia en EEUU y Europa desapareció la crítica a la intervención del Estado en la economía, y algo impensable hasta hace pocos meses, ha surgido una crítica al capitalismo neoliberal en el seno de los mismos sectores que ayer idolatraban al mercado y su mano invisible. Ayer anunciaban los funerales del Estado, profetizaban el fin de la historia y la extinción de las ideologías, hoy como perros, han vuelto a su vómito, clamando que el Estado atienda la crisis generada por la pandemia.
El mundo post pandemia, o mejor dicho después de la vacuna no será igual al que existió, esta realidad obliga a repensar un nuevo Contrato Social, constituye reto mayúsculo la reducción de la desigualdad, incluso discutir la permanencia o no de las 8 de horas de trabajo, tomando en cuenta que la tecnología permitirá mayor producción y como consecuencia mayor ganancia, y esta debe estar al servicio de la humanidad y su felicidad.
Un nuevo Contrato Social tiene que implicar oír el clamor ciudadano para enfrentar el desempleo, reformas tributarias y la implementación de políticas de acceso universal a la salud, a la educación de calidad y la defensa irrestricta del medio ambiente en un marco de respeto a los derechos laborales.
En estas circunstancias en nuestro país se ha convocado a elecciones, creo yo, no debe ser sólo, para cambiar de nombres o de hombres, debe ser para trabajar un nuevo Contrato Social, de ahí que más debe importar los programas que las candidaturas, el contenido de las propuestas que las fotografías retocadas que inunden las redes.
No haber apostado por mecanismos electrónicos para las elecciones de candidatos en elecciones internas de los partidos políticos es un desagradable retroceso, y una forma de arrugar cuando la pandemia ha acelerado la automatización de diversas actividades, incluso algunas que sin Covid-19, hubieran demandado unos 10 años, como el proceso educativo, hoy están en ese terreno, y seguirán de manera irreversible, con vacuna o sin vacuna.
Si bien es cierto nos negaron participar en la elección interna de candidatos, pero tenemos la oportunidad de cambiar la historia del Perú, optando por un nuevo rumbo, un nuevo Pacto Social.